Si el secretario de Hacienda no quiere que su jefe, el Presidente de la República, termine su sexenio enfrentado abiertamente con el sector empresarial, como ocurrió con Luis Echeverría o José López Portillo, lo que debería de hacer es cambiar su estrategia de “ni los veo ni los oigo” con los “cupuleros”.
Como Luis Videgaray era un niño de 2 años cuando empezó el gobierno de Echeverría, y cumplió 8 cuando concluyó esa administración, vale la pena recordarle lo siguiente: Entre 1929 y 1969 los regímenes priistas y el sector privado lograron perfeccionar un “modus vivendi” con guiños infalibles, el gobierno sermoneaba al capital pero lo protegía, y los empresarios se inconformaban con el gobierno pero lo apoyaban… hasta que llegó Luis Echeverría y todo cambió. Echeverría unificó su discurso y sus hechos: censuró al sector privado y también “estorbó” sus actividades con una serie de acciones. Los llamó “emisarios del pasado, riquillos reaccionarios del grupo anti-México”, y otras cosas horribles, horribles.
Con José López Portillo les fue peor a los empresarios. Su sexenio lo concluyó nacionalizando la banca y asestándoles la frase que todavía el día de hoy recuerdan millones de mexicanos: “Ya nos saquearon, México no se ha acabado, no nos volverán a saquear”. Bueno, la historia del 82 a la fecha todos la conocen.
Los recordatorios vienen a cuento porque desde el año pasado, cuando se empezó a analizar y a discutir la reforma fiscal que finalmente aprobó el Congreso, a los organismos cúpula del sector empresarial ni los “pelaron”. Peor aún, funcionarios de Hacienda se los “chamaquearon” diciéndoles que sus propuestas, sugerencias, recomendaciones en materia fiscal iban a ser tomadas en cuenta… ¡pero para el cesto de la basura!
Indignados, los empresarios reaccionaron con una “guerra de desplegados” en donde se quejaron de los nuevos impuestos y de otras disposiciones plasmadas en la cuestionada reforma, porque afectaban la actividad empresarial. Pero el secretario Videgaray optó por el clásico: “Ni los veo, ni los oigo”. Los “cupuleros” tuvieron que tragar “tubérculo poblano”, esperando la oportunidad de “desquitarse”; es un decir, pues.
Tratando de aplacar los gritos y sombrerazos de aquellos, el secretario de Hacienda anunció el 27 de febrero el Acuerdo de Certidumbre Tributaria, en donde el Ejecutivo Federal se comprometió a no proponer más impuestos en lo que resta del sexenio. Según el comunicado, “el Acuerdo responde también a expresiones de la sociedad civil, incluyendo organismos empresariales”. Pero un par de semanas después de la publicación del documento, los empresarios le encargaron al Centro de Estudios Económicos y Sociales del Sector Privado (CEESP) que expresara su “punto de vista”, no sobre el multicitado acuerdo sino sobre la estrategia económica del gobierno federal. Y lo hicieron con las siguientes palabras:
“Contrariamente a lo que se anuncia de manera oficial, la estabilidad macroeconómica de México no está en los niveles competitivos internacionales que permitieran consolidar las actividades productivas, reducir el riesgo de crisis recurrentes y generar expectativas favorables de inversión y confianza en consumidores y productores”.
¡Mentirosos!, les dijeron prácticamente a los de Hacienda.
En opinión del CEESP, “México debe afianzar y consolidar su entorno macroeconómico, a través de una política fiscal que simplifique y haga competitivo su sistema tributario… Y aumentar la eficiencia y eficacia del gasto público”. ¡Tómenla!, exclaman los espectadores.
Y eso nada más fue la puntita, ¿eh?, dicen los empresarios.
AGENDA PREVIA
Manlio Fabio Beltrones, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, dijo que para apoyar la Ley Federal de Consulta Popular, los priistas pusieron especial cuidado en el diseño de los requisitos y procedimientos para que los temas de trascendencia nacional que se propongan cuenten con un respaldo ciudadano suficientemente representativo, y que el mecanismo de participación directa no anule, sino que efectivamente complemente las decisiones de la soberanía popular, emanadas del Congreso de la Unión.
En el 2015 veremos los primeros resultados, acota el columnista.
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