PARÍS. El presidente François Hollande no sorteó el mensaje que surgió de las urnas el pasado domingo (elecciones municipales donde el Partido Socialista perdió en 155 ciudades). “He oído su mensaje”.

 

“Los cambios son insuficientes y hay por lo tanto demasiada lentitud. No hay empleos suficientes y hay por lo tanto demasiada desocupación. La justicia social es insuficiente y hay demasiados impuestos”, sintetizó el mandatario, que bate récords de impopularidad.

 

El nombramiento al frente del Ejecutivo de Manuel Valls, nacido en Barcelona, España en 1962, se anunció a través de una declaración televisada del jefe del Estado.

 

 

En un mensaje de siete minutos y en diferido, tras haber recibido horas antes la dimisión de Ayrault, Hollande le agradeció la “valentía y abnegación” con la que ha conseguido “restablecer una situación muy degradada” y dijo haber entendido el mensaje de “descontento y decepción” enviado por los electores.

 

 

Hollande anunció que se abre “una nueva etapa” con un gobierno “de combate” y más reducido (en el actual hay 38 ministros y ministros delegados) que dirigirá Valls con tres objetivos: devolver a Francia su fuerza económica, concentrarse en la justicia social y aumentar el poder adquisitivo de los franceses.

 

 

“Son las empresas las que crean empleo. La primera de las injusticias es el desempleo. Es decisivo para el futuro de nuestro país producir más, en Francia, y de forma diferente”, añadió Hollande, que prometió una “disminución de impuestos” y de las cotizaciones que pagan los trabajadores “de aquí a 2017”.

 

El presidente de Francia, que en 2012 derrotó al conservador Nicolas Sarkozy, subrayó que “la recuperación del país es indispensable” y pasa por renovar el “aparato productivo”, sanear las “cuentas públicas” y reconquistar la “influencia en Europa y en el mundo”.

 

“Fiel a los compromisos antes de las elecciones, no olvido a quienes confiaron en mí y me eligieron”, dijo Hollande, después de que su partido se viera netamente superado por el centroderecha en los comicios municipales, lo que supone una derrota histórica para el Partido Socialista.

 

Hollande dijo saber que la “situación era grave” y asumió “la total responsabilidad”, al tiempo que preconizó una “mayor constancia en el rumbo” sin descartar “hacer las inflexiones necesarias, porque el único objetivo es el éxito de la República”.

 

“Y lo conseguiré con este nuevo gobierno”, concluyó Hollande, que no avanzó el nombre de ninguno de los ministros que saldrán del Ejecutivo ni quienes serán sus sustitutos.

 

Valls, en cambio, es una de las pocas figuras del Partido Socialista que se mantiene en lo alto de los sondeos, aunque sus posturas le han valido críticas dentro de la izquierda.

 

Según un sondeo BVA para el diario Le Parisien, el 74% de los franceses quería que Ayrault renunciara a su cargo.

 

A esa presión de la opinión se sumaba la de los mercados.

 

Según datos publicados este lunes, Francia registró un déficit público de 4.3% del PIB en 2013, superior a la meta de 4.1% que el gobierno se había comprometido a obtener ante la Comisión Europea.

 

La deuda pública de la segunda economía de la zona euro trepó del 90.6% de 2012 a 93.5% en 2013.

 

Y el desempleo, que Hollande había prometido empezar a reducir hacia fines de 2013, supera el 10% de la población activa y no para de crecer.

 

Manuel Valls tendrá que vérselas con las diferentes tendencias del PS y de sus aliados ecologistas para enfrentar esos desafíos.

 

Los dos ministros ecologistas del gobierno de Ayrault se han negado ya a participar en su gobierno.

 

Hollande se ha comprometido a recortar el gasto público en 50 mil millones de euros de aquí al final de su mandato en 2017, en el marco de un “pacto de responsabilidad” consistente en reducir la carga impositiva de las empresas para que éstas puedan crear empleo.

 

Pero muchos dirigentes de izquierda han reclamado salir de la política de austeridad.

 

En su discurso, Hollande propuso completar su proyecto con un “pacto de solidaridad”, que incluiría una “reducción de impuestos” para la población antes de 2017 y un “recorte de las cotizaciones pagadas por los trabajadores”.

 

En las elecciones del domingo, los socialistas perdieron al menos 155 ciudades de más de 9 mil habitantes, algunas de ellas bajo administración de izquierda desde hacía más de un siglo. Con esto, la derecha arrebata a la izquierda el estatuto de primer poder local.

 

El PS logró no obstante mantener Lille (norte), Estrasburgo, Lyon (este), Nantes (oeste) y sobre todo París, gracias a la también francoespañola Anne Hidalgo, que será la primera mujer en dirigir la Ciudad Luz.

 

El ultraderechista Frente Nacional, casi ausente hasta ahora a nivel local, se alzó con once ayuntamientos y entra en “una nueva etapa”, según su presidenta, Marine Le Pen.