Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, y también doblegaron a los japoneses de la manera más cruel imaginada. Por más de diez años la cultura japonesa no existió y/o vivió a la sombra de la ocupación estadounidense; cuando la ocupación terminó muchos artistas buscaron la forma de rescatar parte de la cultura anterior a la guerra mundial, y así las viejas tradiciones fueron recuperándose, entre ellas, el arte secuencial japonés, el cual le debe mucho a la figura del gran Osamu Tezuka.

 

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