“A Francia le di mi inocencia, las ganas irrefrenables de saber todo lo posible en torno a su cocina. Por su parte me doy muchas cosas invaluables; ante todo el amor por los productos y por las tradiciones; así como la filosofía de que las cosas siempre se tienen que hacer bien”, dice durante su visita a México el argentino Mauro Colagreco, chef propietario del restaurante Mirazur, número 11 en la lista S. Pellegrino 2014 de los 50 mejores restaurantes del mundo, después de estar en el sitio 28 en la versión anterior de la afamada guía.

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Colagreco es entusiasmo, frescura, sencillez. Su charla revela el convencimiento total de estar en una dinámica de propuestas; pero también de descubrimientos.

 

La experiencia y el asombro definen en él la imagen de un cocinero dinámico, ávido de un rediseño constante de su cocina, basado en las incorporaciones de nuevos productos y la reescritura de su discurso culinario: reformulaciones inmediatas de tradiciones e innovaciones que plasman en el plato el signo inequívoco de la genialidad.

 

No podría ser de otra manera. Llegó a Francia con un espíritu total de aventura y su amor por ese país y su cultura lo llevó también a una exigencia total para asimilarse y ganar lugares, para ser aceptado por los franceses. Ahora, en ese sentido, su cocina y su nombre ya son parte indiscutible del patrimonio de esa nación.

 

Su restaurante, abierto en 2006, en Menton, en el sureste de Francia, ganó la primera estrella Michelin en el 2007 y la segunda, en el 2011. En 2009, Colagreco fue designado “Cocinero del año en Francia”, de acuerdo con la guía Gault & Millau.

 

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