Cuando el próximo 13 de junio, México salta a la cancha para medirse a Camerún, dos hombres con guantes estarán sentados en el banco. A Miguel Herrera, técnico del Tri, aunque asegura que es la posición mejor cubierta para México, aún le carcome un gusanillo de oreja a oreja. Talavera fue un fenómeno en la Liga, Corona es una pieza monumental de los Juegos Olímpicos a la fecha, y Ochoa, quien hoy se integró al equipo recortando sus vacaciones, es, ni más ni menos, el primer y único cancerbero mexicano que ha actuado en Europa.

 

Ninguno, claro, querrá dejar los guantes colgados en el alambre. Y sin embargo parece que con los dos que escoja mandar al banquillo de todas maneras provocará inconformidad. No es secreto, a Herrera le agrada sobremanera José de Jesús Corona; es un arquero de la vieja escuela, confiable, seguro bajo los tres postes, de reflejos en microsegundo, oportuno a la hora definitiva, pero sobre todo, tiene la experiencia de los Juegos Olímpicos de Londres, en la que fue determinante para que los muchachos de Luis Fernando Tena terminaran colgándose el oro en el cuello.

 

Curiosamente, Corona compartirá su segundo Mundial con Guillermo Ochoa, el arquero, hasta el final de la campaña 2013-2014, jugó para el Ajaccio francés, que terminó ahogado y descendido a la categoría inferior gala. Pero Ochoa se retiró de Córcega como héroe. Tres años en Europa enfrentando a algunos de los mejores artilleros del mundo. En 111 partidos en tres temporadas recibió varias nominaciones al 11 ideal de la Liga 1, logró mantener su cabaña sin gol en 12 ocasiones en la temporada 2012-2013, una proeza para ser el cancerbero del peor equipo de la Liga, y aunque en su último año recibió la friolera de 70 tantos, sus actuaciones le alcanzaron para llamar la atención del Marsella (Marcelo Bielsa lo dirigirá el próximo año, y de quien su arquero titular, Steve Mandanda, segundo en la selección francesa, está lesionado y fuera de la Copa del Mundo) y del Bastia, un club más modesto, también de la Liga 1.

 

Lastimosamente para el ex arquero que fue campeón con América en el Clausura 2005, Brasil 2014 podría convertirse en su tercera Copa del Mundo en el banquillo, que lo catapultaría al nombramiento, nada envidiable, de ser el único jugador en asistir a tres Mundiales sin jugar ni un minuto. Sin duda que sería una puya profunda en la moral y el orgullo del hombre de la cabellera rizada.

 

Alfredo Talavera es el tercero en discordia. Se metió en la última convocatoria con las uñas, cuando todo parecía que Moisés Muñoz, preferido sentimental de Herrera, sería el convocado, pero las actuaciones del oriundo de La Barca, Jalisco, le valieron el repunte que determinó al Piojo a dejar a un lado sentimientos y optar por el desempeño.

 

Es la ruleta del arco, en la que o Talavera termina de convencer al Piojo en los duelos de preparación, o Corona se mantiene como el favorito, o de plano Ochoa remonta y olvida la pesadilla de vivir su tercera Copa del mundo pegado a un helado tablón junto a las vendas y toallas mojadas.