El 10 de febrero INEGI dio a conocer los resultados de la encuesta nacional de ocupación y empleo al cuarto trimestre de 2011. Allí se publicó que a finales del año pasado 14 millones de personas laboraban en el sector informal de la economía, lo que representó un incremento de 1.6 millones de informales más que a finales de 2010.
Como era de esperarse el dato fue ampliamente destacado en los medios de comunicación y en los últimos días ha sido objeto de discusiones entre los analistas y comentaristas económicos.
Sin embargo el reporte de 16 páginas que publicó INEGI destacó otro aspecto que no mereció mayor comentario en las páginas de los diarios y que explica el crecimiento de la informalidad y da cuenta del impacto del fenómeno migratorio en la economía. Me refiero al inusual crecimiento que se registró en 2011 de la llamada “población económicamente activa” (PEA).
La PEA la integran todas aquellas personas que tienen 14 años o más que están en condiciones de trabajar. Pues bien ésta población a finales de 2010 sumó 47.9 millones de personas y para 2011 alcanzó 50.3 millones. Es decir, en un año la PEA creció 2.4 millones de personas.
Lo que llama la atención es que el crecimiento ‘natural’ de la población de 14 años y más entre 2010 y 2011 fue de 1.5 millones, por lo que salta inmediatamente la pregunta ¿de dónde salieron las 900 mil personas adicionales que se contabilizan en la PEA entre un año y otro?
Los datos de INEGI nos arrojan alguna luz adicional. Nos dicen por ejemplo que de los 2.4 millones en que se incrementó la PEA, 1.8 millones son trabajadores por cuenta propia o que laboran sin remuneración alguna, que 1.9 millones laboraron en micronegocios o en la categoría de ‘otros’, que 835 mil se añadieron al rubro de subocupados, y que 1.6 millones se añadieron a la llamada economía informal.
Es decir, el incremento de la PEA entre 2010 y 2011 estuvo conformado, mayoritariamente, por personas que se ocuparon en el sector informal de las grandes ciudades, en su propio ‘changarro’ o el de su familia, y laborando menos horas de las que necesitan.
Pero la pregunta subsiste: ¿y quiénes conforman esta población adicional? Aunque INEGI intenta explicar el crecimiento de la PEA como consecuencia de “las expectativas que tiene la población de contribuir o no en la actividad económica” -que no nos dice nada; lo más probable es que una buena parte de este incremento en la PEA provenga de los emigrantes mexicanos a Estados Unidos que han debido regresar al territorio nacional o que simplemente ya no emprendieron la salida de México por el endurecimiento de la política migratoria estadounidense en la frontera; pero sobre todo por la escasa oferta de trabajo en los sectores de construcción y servicios en la Unión Americana.
De ser así, se explicaría no solo el inusual incremento de la PEA el año pasado sino también la aparición de una ‘burbuja informal’ en México y, con ello, la muestra de la peor cara de la moneda de la migración mexicana: Aquella que aparece cuando el vecino del norte cierra la conveniente válvula de escape para nuestros gobernantes, y los nuestros tienen que quedarse en el país a engrosar las filas (y las cifras) de la informalidad y de la subocupación.
ENTRESACADO
El incremento de la PEA entre 2010 y 2011 estuvo conformado, mayoritariamente, por personas que se ocuparon en el sector informal de las grandes ciudades.
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