Después de más de un año de que el gobierno inició su estrategia mediática para llamar la atención y levantar expectativas entre la comunidad internacional sobre las reformas mexicanas -lo que se conoció como el mexican moment- nos preguntamos cuáles han sido los efectos reales sobre la percepción internacional y su traducción en beneficios inmediatos para el país.
La cuestión no siempre es fácil de responder cuando se trata de percepciones sobre una economía que no está sola, sino que tiene frente a sí a una multitud de competidores que, igualmente, buscan llamar la atención de los capitales globales.
Sin embargo hay algunos análisis que -a la distancia- nos pueden dar una idea de qué pasó con el llamado mexican moment. Ayer el International Institute for Management Development, una escuela suiza de negocios mejor conocida por sus siglas IMD, publicó su ya tradicional ranking de Competitividad Mundial que incluyó a 60 economías para su edición 2014.
El IMD es -de acuerdo al diario británico Financial Times– la quinta mejor escuela de negocios de Europa y la número 19 del mundo.
El ranking analiza cuatro aspectos de la competitividad: Desempeño económico, eficiencia del gobierno, eficiencia de los negocios e infraestructura.
En el ranking de competitividad de este año, a México no le fue nada bien; perdió nueve posiciones y cayó del lugar 32 que ocupó el año pasado -de hecho la mejor posición que ha logrado- al lugar 41. Pero México no fue el único. En realidad en este año cayeron todos los países de América Latina que fueron incluidos en el estudio del IMD, aunque México fue el país que más lugares perdió en este ranking de competitividad global.
Un apunte al calce que no debe pasar desapercibido es que el mayor descalabro en este año lo sufrió el capítulo de “eficiencia del gobierno” que cayó 12 posiciones en el ranking. Una cuestión paradójica para ser discutida, porque el gobierno de Enrique Peña Nieto se presentó ante los electores precisamente prometiendo un gobierno eficiente en contraposición a lo que consideró la ineficiencia del gobierno del panista Felipe Calderón. Pero ese es un asunto que se puede discutir en otra ocasión.
Lo relevante ahora, para fines de un acercamiento a evaluar la estrategia del mexican moment, que encabezó el presidente Peña Nieto y su secretario de Hacienda, son los resultados de un estudio paralelo que presentó el IMD sobre la percepción internacional y su influencia en el aliento/desaliento para el desarrollo de los negocios en las economías.
En ese estudio de percepción e influencia sobre los capitales, México se ubicó en la posición 41 de 60 países, siendo mucho menos eficaz que sus socios de la Alianza del Pacífico -como Chile, en la posición siete; Perú en la posición 21, y Colombia en la posición 39- para transmitir a los capitales internacionales una imagen de mayor confianza.
Seguramente que este estudio paralelo que presentó el IMD, basado en encuestas y análisis propios, no será suficiente para concluir que la estrategia mediática seguida por el gobierno mexicano fue un fracaso. Pero sí nos da una idea aproximada de que el mexican moment no surtió el efecto esperado e incluso pudo ser contraproducente.
Por lo visto, economías como las de Chile, Perú o Colombia han ganado en los últimos años una buena reputación entre los capitales internacionales, basada en avances consistentes en el ámbito público y de los negocios, más que sólo en estrategias mediáticas. Quizá el gobierno mexicano pudiera obtener de ellos algunas buenas lecciones para llevarlas a la práctica.