En la entrevista que concedió al periódico El País, el presidente Enrique Peña Nieto envió varias “señales” que, por su trascendencia política, económica y social, vale la pena comentar.

 
Por ejemplo, en el tema de las reformas transformadoras (la energética y la de telecomunicaciones, principalmente), afirmó: “Mi compromiso como presidente de la República es con México. Es pensar en México y es hacer lo que a México le convenga para su presente y futuro. No estoy pensando en una visión cortoplacista porque eso limitaría mucho lo actual. No estoy pensando siquiera en la siguiente elección o en la rentabilidad política que esto puede tener.

 

Yo estoy pensando qué le puede deparar a México mejores condiciones y mejor desarrollo. Me toque apreciarlo en una mayor dimensión durante mi gestión o no me toque apreciarlo. Porque pensar en qué hago para que me vaya bien y salga con bombo y platillo durante mi gestión me parece que sería lastimoso y estar falto a la responsabilidad que como presidente tengo en la conducción del país.

 

En el tema energético, por ejemplo, que destacará como el vector más importante que México tendrá para su crecimiento económico, sí tengo claro que no será en muy corto plazo, sino más bien en un mediano plazo y algo que trascenderá en el tiempo a mi administración. Dicho esto, aspiro a que podamos en un breve tiempo, o lo más pronto posible, acreditar ante la sociedad mexicana los beneficios que traerán consigo estas reformas, que evidentemente hoy no se aprecian en lo inmediato ni en su justa dimensión”.

 
Lo que quiso decir el presidente Peña Nieto a todas las mexicanas y mexicanos, dirían algunos, es que no se hagan muchas ilusiones con la nueva época de oro del petróleo mexicano que prometieron los priistas del Siglo XXI. O lo que es lo mismo, los beneficios que traerá la abundancia petrolera, empezando por el crecimiento económico, creación de empleos y todas esas cosas bellas que le han dicho a la sociedad, tal vez no los veamos ni siquiera al final de este sexenio, sino hasta el siguiente, acota el columnista.

 

El Presidente afirma que no está pensando siquiera en la siguiente elección o en la rentabilidad política que las reformas le puedan dejar. Y hay que creerle, dicen sus colaboradores más cercanos. Sin embargo, por lo menos dos integrantes del gabinetazo -ampliamente conocidos por todos- no sólo están pensando en la siguiente elección, sino que trabajan sin descanso y suspiran por ser candidatos de su partido a la Presidencia de la República en 2018. Uno de ellos finca sus esperanzas en los resultados económicos. El otro suspirante confía en que los avances que se logren en materia de seguridad hagan realidad su sueño.
¡Allá ellos!

 

AGENDA PREVIA

 
La semana pasada el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, encabezó una reunión con los 32 delegados de esta dependencia y les reiteró que son ellos los coordinadores de los representantes de todas las instituciones del Gobierno de la República en cada una de las entidades federativas y el Distrito Federal.

 

Puntualizó que las funciones de los delegados de esta secretaría consisten en consolidar la responsabilidad de sus tareas para alcanzar una mayor y mejor coordinación interinstitucional. Les recomendó a los titulares de las delegaciones de la Secretaría de Gobernación fortalecer la difusión y los mecanismos de información de las acciones emprendidas por el Gobierno de la República en cada una de sus entidades.

 
Para acabar pronto, explica un observador, los delegados de Miguel Ángel Osorio Chong en cada uno de los estados de la Federación, coordinarán a todos los delegados de cada una de las dependencias del Ejecutivo Federal en las entidades de la República, que suman miles. Como quien dice, Osorio tendrá a sus órdenes a cuasi gobernadores que ejercerán, en algunos casos, mayor poder que los gobernadores electos por los ciudadanos de los “Estados Libres y Soberanos” de México.

 
No recuerdo a ningún secretario de Estado que hubiese concentrado un poder de tales dimensiones. Ni siquiera los titulares de la Secretaría de Gobernación que concentraban grandes poderes en aquellos tiempos autoritarios y represivos de los gobiernos del viejo PRI del siglo XX, apunta el mismo observador. ¿Será una señal? Preguntan los analistas bisoños.