La anemia que padece la economía tiene encendidas las alarmas en el gobierno de Enrique Peña Nieto y concretamente en el cuartel general de su poderoso secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Y es que la persistencia de la debilidad en el crecimiento económico durante los primeros meses de este año ya hace pensar que el crecimiento de la economía para 2014 apenas podría aspirar a una tasa de 2.5%, es decir, por debajo del más reciente pronóstico corregido por el gobierno mexicano de 2.7%.
Esta percepción se desprende del Anuncio de Política Monetaria del Banco de México del viernes pasado. Allí la Junta de Gobierno del banco central argumentó que debido a esta debilidad manifiesta en el crecimiento de la economía durante los primeros tres meses del año, “para 2014 el crecimiento económico será menor al esperado hace apenas un par de semanas”.
Así que estamos frente al adelanto de un nuevo pronóstico a la baja del banco central. Si tomamos en cuenta que hace dos semanas el Banco de México había pronosticado un crecimiento económico en un rango de 2.3% a 3.3%, es muy probable que los miembros de la Junta de Gobierno que votaron por la reducción de 50 puntos base en la tasa de referencia, ya también habrían pensado en recortar este rango de expectativas hacia 2%-3%; es decir, un crecimiento esperado que rondaría el 2.5%.
Incluso es probable que las nuevas encuestas entre economistas del sector privado reflejen una nueva reducción en los pronósticos anuales, mostrando que -siguiendo al banco central- efectivamente la variación anual del segundo trimestre seguirá reflejando la debilidad de la economía, además del esperado efecto calendario por la Semana Santa.
La sorpresiva decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México de reducir la tasa de referencia de 3.5% a 3%, responde fundamentalmente a esa ya prolongada anemia que sufre la economía -ratificada por el pésimo dato del IGAE a marzo y la debilidad del consumo y la inversión- y que aún no da señales de una recuperación firme.
De una lectura atenta de los últimos comunicados de Banxico se desprende que los miembros de la Junta de Gobierno también fueron sorprendidos por el mal desempeño de la economía particularmente en los meses de marzo y abril y, muy probablemente, el detonante de última instancia para reducir la tasa tuvo que ver con el paquete de medidas anunciado el mismo jueves por el Banco Central Europeo -que incluyó una nueva baja en la tasa de referencia- a fin de proteger la aún frágil recuperación y alejarla de los riesgos de una deflación.
Con ambos contextos -interno y externo- es que la Junta de Gobierno vio una oportunidad para reducir nuevamente la tasa hacia 3% y -más allá de los impactos deseables de esta medida sobre el consumo, cosa que dudamos- también aminorar los riesgos derivados de nuevas entradas de capitales financieros, en un año en el que se espera que la Reserva Federal continúe con su programa de normalización de su política monetaria y, por ende, un gradual pero esperado incremento en tasas hacia adelante que derivaría en salidas de capitales de los mercados emergentes.
Dadas las posturas conocidas al interior de la Junta de Gobierno, es muy probable que la reducción de la tasa de referencia que se dio a conocer el viernes haya sido una decisión de tres miembros -incluyendo al gobernador Carstens- y no de los cinco que conforman la Junta.
Así que la sorpresiva decisión de la Junta -que el influyente secretario de Hacienda aplaudió inmediatamente vía Twitter, dejando ver su apremio sobre la marcha de la economía- también pudo ser una sorpresa al interior del propio Banco Central.
Lo que ya es inocultable en la argumentación de la Junta es que la anemia económica que vive el país tiene causas internas que el gobierno federal se ha resistido a reconocer.