LONDRES. Lejos de tirar la toalla, el fundador de WikiLeaks anunció varias medidas para impulsar su caso, que incluyen una petición a la ONU para que investigue una posible violación de sus derechos y otra al fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, para que disuelva el Gran Jurado que persigue a ese portal.
Además, su equipo legal presentará el próximo martes nuevos documentos ante la Fiscalía sueca, que le reclama para interrogarle por presuntos delitos sexuales cometidos en 2010, que él niega y por los que no ha sido formalmente acusado.
Pese a estos esfuerzos, la situación para el exhácker informático, refugiado en la embajada ecuatoriana desde el 19 de junio de 2012 para evitar su entrega a Suecia, no pinta fácil, vista la postura de los gobiernos británico y sueco.
Aunque Assange cuenta con la protección del Gobierno de Rafael Correa, que le concedió asilo político en 2012 y el martes le reiteró su apoyo, el Reino Unido se niega a darle un salvoconducto diplomático que le permitiría abandonar la embajada en Londres en dirección a Quito.
Un vocero del Ministerio británico de Exteriores dijo que, si bien siguen “comprometidos a encontrar una solución diplomática”, es “claro que hay que cumplir la ley y Assange debe ser extraditado a Suecia”.
El australiano reveló por su parte, en una teleconferencia con la prensa, que el Foreign Office “canceló unilateralmente” una comisión británico-ecuatoriana de juristas constituida hace un año para resolver su caso, tras enterarse de que había ayudado a huir a Moscú al exagente de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense Edward Snowden.
Esto prueba, señaló Assange, que Londres trata su situación no como un asunto de asilo, sino de “seguridad nacional”, lo que alimenta sus sospechas de colaboración con Estados Unidos.
El periodista cree que, si es entregado a Suecia, este país le extraditará a Estados Unidos, donde un Gran Jurado le investiga a él y a su portal WikiLeaks, que en 2010 difundió miles de cables diplomáticos confidenciales de ese país, así como abusos cometidos en Irak y Afganistán.
Su abogado estadunidense, Michael Ratner, insistió en que en Estados Unidos afronta “una situación similar a la de Chelsea Manning”, el soldado que filtró la información a WikiLeaks en 2010 y que ahora está condenado a 35 años de cárcel.
La posición de Suecia no es más flexible que la británica: pese a haber pedido la extradición de Assange sin haberle imputado cargos, algo inusual, las autoridades suecas se han negado a interrogarle en la embajada ecuatoriana, lo que habría facilitado el avance del proceso.
La abogada británica de Assange, Jennifer Robinson, confirmó que han planteado cuatro veces esa posibilidad a la Fiscalía sueca, así como el embajador ecuatoriano en Londres, Juan Falconi.
Falconi ha declarado además que, aunque Assange “está sufriendo” en su cautiverio en la misión diplomática, donde está vigilado las 24 horas por la Policía local -con un coste acumulado de casi 6 millones de libras (135 millones de pesos)-, puede quedarse indefinidamente.
Su encierro de dos años, que afronta trabajando, corriendo en una cinta estática y viendo el Mundial, se suma a dos años previos en prisión o arresto domiciliario desde su detención en Londres en noviembre de 2010.
Durante este tiempo, la actividad de WikiLeaks, ahora convertida en un motor de búsqueda de ocho millones de documentos secretos, no ha cesado, pese al bloqueo financiero que le impusieron las grandes compañías de tarjetas de crédito y que se combate en los tribunales.
Con respuestas firmes y comedidas y bien arropado por su equipo de confianza, Assange se mostró hoy dispuesto a mantener la lucha y pareció preparado para seguir su carrera de fondo, con la esperanza implícita de, un día, cumplir “el sueño placentero” de volver al mundo exterior.