Un antiguo refrán -de autor que ha permanecido anónimo- afirma algo que tal vez tuvo en mente el presidente Enrique Peña Nieto al apostar todo su capital a las cartas de las reformas estructurales del siglo XXI: “Un político actúa pensando en las siguientes elecciones; un estadista actúa pensando en la próxima generación”.

 
Estamos tan acostumbrados los mexicanos a padecer a políticos que sólo toman en cuenta los votos que podrán conseguir en la siguiente elección, que nos cuesta trabajo creer que existe alguien en la clase gobernante con mayor amplitud de miras y con la dimensión de estadista que actúa para que los frutos de su trabajo los disfrute la siguiente generación.

 
Tal vez habría que conceder a Enrique Peña Nieto el beneficio de la duda, y suponer que, en efecto, piensa y actúa como estadista, apuntan los observadores políticos objetivos e imparciales, quienes recuerdan que el último de los presidentes mexicanos que se debe incluir en el reducido grupo de los estadistas fue Lázaro Cárdenas del Río, quien tuvo la visión de futuro para decretar la Expropiación Petrolera en 1938, lo que en el corto plazo le acarreó ataques de potencias extranjeras que defendían sus privilegios perdidos, y hasta de mexicanos -entre ellos los que un año después fundaron el PAN- que no alcanzaron a ver las enormes ventajas de la medida cardenista para impulsar la industrialización del país en favor de las siguientes generaciones.

 
Ningún presidente mexicano priista del siglo XX (ninguno), recuerdan los susodichos observadores, alcanzó la estatura de Cárdenas -aunque entre ellos hubo algunos buenos políticos-, y ya no se diga los dos panistas que gobernaron en los dos primeros sexenios del siglo XXI, que ni siquiera pueden considerarse medianos políticos.

 
Peña Nieto podría emular a “Tata Lázaro”, si su paquete de reformas constitucionales logra el objetivo de “mover a México”.

 

 

En caso contrario, si el reformismo peñanietista resulta fallido, el mexiquense será uno más de los políticos que se cruzaron en el pecho la banda tricolor pensando en las próximas elecciones, y esos procesos electorales podrían colocar al PRI -en 2015 y en 2018- en el peor de los mundos posibles.

 
Así que…

 
AGENDA PREVIA

 
Como en la crónica de una renuncia anunciada desde hace varios meses, el gobernador de Michoacán -es un decir-, Fausto Vallejo, informó oficialmente ayer que dejaría el cargo para atender sus problemas de salud. Se supone, nada más se supone, que el comisionado Alfredo Castillo seguirá gobernando, perdón, tomando las decisiones más importantes para dicho estado, así que resulta ocioso especular quien será el sustituto de Fausto.

 
Ahora, la pregunta de los observadores-apostadores es: ¿Qué gobernador de los estados más inseguros donde las fuerzas federales han tomado el control será el próximo en renunciar? ¡Hagan su quiniela!

 
La Comisión Federal de Incompetencia, perdón, de Competencia Económica, impartirá el viernes un curso rápido (de unas cuantas horas) para periodistas, incluyendo a los bisoños, denominado “Nuevos Escenarios para la Competencia Económica en México”. A quienes estén pensando asistir les recuerda la dependencia que “para asegurar el libre intercambio de ideas, el contenido del curso no será para publicación”. ¿Y la libertad de expresión Amá? Bueno, es que los “nuevos escenarios” que van a presentar los funcionarios de ese organismo son algo así como un invento patentado. ¿De verdad creen los ingenuos de la COFECE que nada de lo que digan en el cursillo se va a publicar? ¡Háganlo en lo oscurito, háganlo en lo oscurito! Y olvídense de problemas.

 
Y ya que nos referimos a los comunicadores, después de “sesudos” análisis la Secretaria de Desarrollo Social, y el Jefe de la Oficina de Comunicación Social, Ramón Sosamontes Herreramoro, concluyeron que en materia de comunicación andan bastante mal, por lo que decidieron llamar a la lomita a un “apagafuegos” con amplia experiencia en la materia, el señor Oscar Ramírez Suárez, quien ha trabajado en diversas dependencias del gobierno federal, incluyendo la misma Sedesol. ¡El problema no son los comunicadores, Rosario y Ramón! Les gritan los pobres. Bueno, la encomienda a Ramírez fue fortalecer los vínculos con la sociedad.

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