El majestuoso puente Golden Gate, con sus amplias vistas del Pacífico y la bahía de San Francisco, es desde hace décadas un destino de personas que quieren poner fin a su vida. Desde su inauguración en 1937, más de  mil 400 personas han saltado, incluyendo la cifra récord de 46 suicidios el año pasado.

 

La mayoría de los que saltan sufren una muerte horrenda, con heridas internas, huesos quebrados y fracturas de cráneo. Algunos mueren de hemorragias internas, otros se ahogan.

 

Dana Barks apenas podía hablar o contener las lágrimas el viernes, después de conocer la decisión de las autoridades de San Francisco de aprobar un paquete de financiación de 76 millones de dólares para construir una barrera antisuicidios en el emblemático puente de San Francisco.

 

La junta del distrito encargada de gestionar el puente votó unánimemente a favor de financiar la implantación de una red antisuicidio de acero. El detonante para que se produjera esta histórica votación vino del miembro del directorio y ex director del distrito del puente John Moylan, cuyo nieto, Sean Moylan, saltó desde el Golden Gate a principios de este mes y murió.

 

Segundos después de la votación, los presentes en la habitación rompieron a llorar y a gritar de alegría.

 

“Mucha gente ha trabajado lo indecible para conseguir esto” dijo Barks, de Napa, que perdió a su hijo Donovan cuando éste se suicidó en el puente en 2008.

 

Después de la votación, Barks se levantó de un salto y compartió un emotivo abrazo con Sue Story, cuyo hijo Jacob saltó del puente en 2010.

 

“¡Lo conseguimos!” dijo Story. “Ya no será nunca más el Puente de la Muerte”.

 

La financiación incluye 20 millones de dólares del peaje del propio puente, 49 millones del gobierno federal y 7 millones del gobierno estatal. Parte de los fondos aún debe ser aprobada.

 

Sin embargo, junta dio el paso definitivo para aprobar la red.

 

“La tragedia de hoy es que no podemos regresar en el tiempo, no podemos salvar… a la gente que saltó del puente, pero lo bueno es que con la votación de hoy podemos hacerlo en su memoria”, dijo la miembro de la junta Janet Reilly. “Salvaremos muchas vidas que hubieran seguido sus pasos y eso es lo extraordinario de hoy”.