1.- Lo de menos es el resultado. Lo importante es que el futbol mexicano mostró un ascenso técnico impresionante.

2.- Pero llegó la hora de que el Estado -el gobierno federal, el Congreso, los gobiernos estatales y las universidades públicas- le entren a la reorganización política del deporte de las patadas para quitarle el control a los tres magnates que han comercializado el futbol: Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego y ahora Carlos Slim.

3.- El futbol se ha comercializado. Los jugadores están más interesados en lograr comerciales que anunciar y en venderse en equipos del extranjero, lo cual no está tan mal de no ser porque se trata de un negocio de los dueños.

4.- El gobierno necesita tomar el control del futbol amateur, promover ligas intermedias y someter a control estricto a los poderes fácticos del futbol. El ambiente nacional de apoyo a la Selección fue ahora mucho mejor que nunca antes, lo cual revela el efecto psicosocial y político del deporte de las patadas.

5.- El efecto social del futbol se transformó en consenso político, al grado de que se llegó a imponer en las redes la impresión de que la participación mexicana estaría atada a las reformas estructurales en el Congreso y hasta obligó al Congreso a precisar tiempos y circunstancias. El Presidente de la República logró socializar el papel de la Selección en el ánimo nacional, dejando la impresión de que México podría llegar a la final.

6.- El futbol mexicano es el deporte más importante en el país. De ahí la urgencia de que el Estado le quite el control a las televisoras y consolide una confederación nacional de futbol regulada, protectora de los derechos de los jugadores y sobre todo promotora del deporte profesional.

7.- La UNAM, la UdG y la Universidad de Nuevo León, que poseen equipos, deberían abandonar la primera división donde se manejan intereses políticos y poderosamente económicos y construir una liga estudiantil semiprofesional similar

a la colegial del futbol americano en los Estados Unidos. De otra manera, universidades públicas estarían avalando con su participación una estructura comercial del futbol que sólo responde a los intereses de las televisoras, de los patrocinadores y de las empresas que contratan a los futbolistas para anunciar productos.

8.- El Congreso debe regular el deporte profesional que hasta ahora ha estado al garete y presa de los intereses comerciales y de transmisión televisiva. De nueva cuenta se debe atender el hecho de que la transmisión por televisión es el gran negocio pero al mismo tiempo las televisoras son dueñas de equipos y por tanto influyen en su regulación a partir de sus intereses.

9.- La Federación Mexicana de Futbol es controlada por Televisa, el equipo América de Televisa fue la base de la selección y el entrenador Miguel Herrera fue prestado por el América-Televisa. En estos procesos nada tuvo que ver el deporte sino el control televisivo del futbol. El presidente de la Federación es Justino Compeán, un ex ejecutivo de Televisa. Y el gobierno federal y el Estado carecen de instrumentos regulatorios del futbol. Al final, la Federación obedece más a la FIFA que a los intereses mexicanos.

10.- Lo malo de todo es que la organización de las diferentes selecciones de futbol es de las televisoras pero el clima de apoyo es social al grado de convertir a los jugadores en representantes del orgullo nacional. La sicología política del futbol ha influido en estados de ánimo nacionales.

11.- Regular legalmente el futbol, proteger a los jugadores, promover el deporte amateur vía ligas colegiales de universidades podría meter orden en el futbol que hoy es un negocio de empresarios, televisoras y anunciantes, aunque explotando el ánimo nacional de una sociedad en crisis que necesita de referentes morales.