BELO HORIZONTE.- Con Alemania no se pueden tener descuidos. No. Pero eso no explica la debacle que sufrió la selección brasileña, la peor de su historia, la peor en una etapa como esta en la Copa del Mundo. Fueron cinco minutos trágicos. Y se acabó el Mundial para Brasil.

 
¿Se podía esperar algo así? Absolutamente no. Una derrota por un gol o dos ante la máquina alemana habría sido un marcador razonable. No hay ausencia que explique esto. En el futbol suelen haber desastres cuando cae un gol. En ese momento frágil de la seguridad del equipo a veces cae otro gol antes de que el conjunto retome la calma. Pero cuatro aceptados por la selección del país que, los títulos lo dicen, es el mejor en este deporte, son un hecho insólito.

 
Fue la peor paliza de su historia, peor que el 6-0 de 1920 ante Uruguay en la Copa América. Ni hablar de los mundiales, donde el revés más abultado era el 3-0 que Francia le endosó en la final de 1998.

 
Alemania no tuvo misericordia. Pero, hay una estadística que pone de relieve lo inusual del encuentro. De 12 disparos a portería, siete terminaron en el arrullo de la red. Eso no es usual ni siquiera con una selección terriblemente eficiente como la alemana. De hecho, lo mejor que había hecho fue en la goleada que impusieron a Portugal por 4-0, cuando realizaron 9 disparos a puerta.

 
Para terminar con la humillación, Miroslav Klose comenzó el partido como titular, se dio el gusto el entrenador teutón, Joaquim Loew, de apostar a que iba a romper el récord de Ronaldo, al que aquí apodan Fenómeno. Y lo hizo, fue el tanto que destruyó la fe brasileña, el que puso el marcador 2-0 y que comenzó la lluvia de goles.

 
Antes, Thomas Mueller había abierto el marcador. Lo hizo en el minuto 11 en una jugada a balón parado que una defensa tan capaz como la brasileña no debió tener problema en solventar. Sólo que a la zaga le hicieron falta dos de sus puntales, Dani Aleves y Thiago Silva.

 
Con todo, no era nada del otro mundo. Un equipo capaz como el brasileño, aún sin su estrella Neymar, podía enfrentar a Alemania con un gol en contra.

 
Pero el gol tuvo un efecto devastador para Brasil, que quedó aturdido. El equipo, que ya había mostrado cierta flaqueza emocional en otros encuentros, perdió toda cohesión, sus jugadores comenzaron a regalar balones y se sucedieron los ataques ante una defensa que era un colador.

 
Las ventajas que dio el equipo verdeamarelo fueron tantas que los alemanes se hicieron un festín adentro del área, sin apurar los remates y pasándose el balón entre ellos hasta encontrar el hueco. Parecía un partido de barrio.

 
En un lapso de seis minutos llegaron otros cuatro goles. Klose aumentó tras una combinación con Mueller a los 23. Kroos anotó dos en un par de minutos, a los 25 y 26, uno de ellos en una jugada que inició él mismo robándole un balón a Fernandinho, y Khedira marcó el quinto a los 29, tras otra combinación de varios jugadores adentro del área.

 
En un segundo tiempo de trámite, Ande Schuerrle anotó otros dos, a los 69 y 79, y Julio César evitó un par más de caídas.
El gol del consuelo llegó casi sobre el silbato final, obra de Oscar en un contragolpe.

 
Al final del duelo, el entrenador Luiz Felipe Scolari asumió toda la responsabilidad de la derrota. Un mero trámite que no aliviará el corazón de un país entero que vio derrumbarse sus sueños de ser seis veces campeón del mundo.