PEKÍN. El presidente chino, Xi Jinping, y el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, defendieron una mayor cooperación económica y estratégica entre ambos países y respaldaron un modelo de relaciones bilaterales que deje atrás las rivalidades y los viejos patrones de confrontación.

 

 
En el comienzo de la sexta ronda del Diálogo Económico y Estratégico entre ambas potencias, que se celebran en Pekín, Kerry y Xi insistieron en aparcar las diferencias “existentes y naturales” y analizar las relaciones bilaterales “en un sentido amplio”.

 

“Los dos países deben tener en cuenta que sus intereses son mucho mayores que sus divergencias”, aseguró Xi, quien abogó por “romper el viejo patrón de la confrontación inevitable”.

 

 

El presidente norteamericano, Barack Obama, remitió una declaración referida a la necesidad de construir una relación bilateral sobre los retos comunes, las responsabilidades mutuas y los intereses compartidos y manejar con acierto las diferencias.
 

 

En un discurso conciliador, Kerry se refirió a la trayectoria histórica de las relaciones entre EU y China y admitió que “ha habido cierta rivalidad entre las potencias establecidas y las emergentes”, pero que actualmente esta hostilidad “no es inevitable, sino una elección”.

 

Así, ambos mandatarios trataron de rebajar el tono de las reticencias mutuas, que últimamente se han incrementado debido al apoyo de EU a rivales de China en la región Asia-Pacífico y la reciente imputación de cinco militares chinos por presunto espionaje industrial a compañías estadounidenses.

 

“Quiero que quede claro que Estados Unidos no busca contener a China. Damos la bienvenida a la emergencia de un país pacífico, estable y próspero que contribuye a la estabilidad y el desarrollo de la región y que escoge jugar un papel responsable en los asuntos mundiales”, señaló Kerry en su discurso.

 

Xi, por su parte, defendió que cualquier tipo de confrontación “llevará al desastre a ambos países y al resto del mundo” y aseguró que ninguna de las partes “puede permitirse un error en las cuestiones fundamentales, porque posiblemente arruinaría todo el proyecto”.

 

El presidente chino, sin embargo, quiso insistir en las líneas rojas habituales de las negociaciones: el respeto a la soberanía e integridad territorial del país y al modelo elegido de desarrollo, que en Pekín se conoce como “socialismo con características chinas”.

 

Otros de los temas destacados que se trataron fueron la estrategia conjunta para la lucha contra el cambio climático, la situación en Ucrania, Afganistán, Irán y la península Coreana, así como las estrategias para combatir el terrorismo, un fenómeno creciente en China tras una oleada de atentados vinculados con la región noroccidental de Xinjiang.

 

Este no fue el único guiño del presidente chino a la Historia de Estados Unidos, ya que al final, en referencia al “nuevo modelo de relaciones” que han iniciado los dos países, también recitó un fragmento de la poetisa contemporánea de origen norteamericano Marianne Moore: “la victoria no vendrá a mi si no voy a por ella”.