Luego de tres días de una jornada de actos violentos que dejaron un saldo de 13 personas asesinadas y al menos una decena de heridos, los habitantes del municipio de Chilapa del Álvarez, Guerrero, promovieron en redes sociales un toque de queda para que después de las tres de la tarde nadie saliera de sus hogares ante el temor del “recrudecimiento de la violencia”.
Ayer, con el cierre de comercios y escuelas de la zona centro de la ciudad, habitantes de la cabecera municipal se mantuvieron ante la expectativa mientras policías estatales y militares montaron un “fuerte operativo conjunto”, según anunció el gobierno municipal en respuesta a la “ola de violencia que se extiende desde la capital del estado”, tal y como reconoció el mismo edil, Francisco Javier García González.
Los hechos violentos iniciaron la madrugada del martes pasado, cuando grupos de hombres armados chocaron de forma intermitente, dejando un saldo de seis muertos, entre ellos una mujer, y cinco personas más que resultaron heridas.
En consecuencia, el alcalde pidió a la ciudadanía, a través de un comunicado subido a su página de internet, realizar denuncias anónimas de hechos sospechosos o violentos, así como evitar salir de sus hogares por la noche “mientras se restablece el clima de tranquilidad y paz social”.
Sin embargo, dicho objetivo no fue alcanzado debido a que la noche miércoles en la zona centro de Chilapa, un enfrentamiento entre policías estatales y hombres armados desató de nuevo el temor de los pobladores.
Tras la refriega, la Procuraduría General de Justicia del estado refirió que en el lugar de los hechos murieron seis civiles, entre ellos un menor de edad, y un uniformado, además cuatro efectivos resultaron lesionados.
Según el parte policial, alrededor de las 8 de la noche del miércoles, un grupo de las Fuerzas Especiales de la Policía estatal Preventiva Estatal ubicó un convoy de al menos 15 camionetas que circulaba por el centro de la ciudad y tras solicitar su alto, hombres armados abrieron fuego desde los vehículos contra los uniformados, comenzando un tiroteo que se prolongó por dos horas de forma intermitente.
Tras el choque, las autoridades aseguraron siete vehículos, un fusil AR-15 calibre .223; tres fusiles AK-47, calibre 7.62×39, una subametralladora con silenciador, calibre 9 milímetros, una escopeta calibre 12, así como 12 cargadores, cuatro chalecos tácticos y dos celulares.
Aunque diversos medios locales y versiones extraoficiales apuntan a que el móvil de los enfrentamientos se derivan de pugnas territoriales entre grupos criminales antagónicos, un funcionario de la PGJE consultado por este diario señaló que las diligencias estaban en curso, y hasta el cierre de esta edición no era posible precisar aún una línea concreta de la investigación.
“La diligencias periciales están en proceso y no podemos adelantarnos a nada, todo (sobre los posibles móviles) son especulaciones”, sostuvo Jorge Valdez Reycen, director de Comunicación Social de la PGJEM.