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El Slam Poetry goza de buena salud en México. En apenas ocho años estos torneos de poesía —originados en la década de los 80 en Chicago— se diversificaron y tienen en los jóvenes, principalmente, a sus mejores aliados. Por segundo año, el colectivo Editorial Circo Literario organizó el Macro Slam Poetry, esta vez en la Casa del Lago. El resultado fue mayúsculo: más de 60 slameros se inscribieron y el público asistente sobrepaso las expectativas. La poesía vive; no todo está perdido. Aquí la crónica de semejante hazaña.

«Y ustedes… ustedes sólo son engranes lubricados con mentiras. Engranes de una monstruosa e insaciable máquina que enajena mentes y acribilla sueños, que atraganta con banquetes a unos cuantos, y a otros convierte en hormigas humanas que se asesinan por migajas», recita Sandino Bucio en el Foro al Aire Libre 2 de la Casa del Lago «Juan José Arreola». La poesía llena el aire del Bosque de Chapultepec y de la ciudad misma. La segunda edición del Macro Slam Poetry —organizada por el colectivo Editorial Circo Literario— ya comenzó y hará historia.

Tres minutos: el tiempo que tiene cada participante para recitar, gritar, rapear o performancear su pieza —de creación propia— ante el público y una triada de «jueces» que la «calificaran». Pasaran a la siguiente ronda los de mejor puntaje y ahí el público decidirá quién será el ganador. La lista suma ya a 64 slameros, de los cuales el 99% son jóvenes. Uno a uno sube al escenario. No van ni siete y emerge el primer finalista. Su nombre es Sandino Bucio y «a veces es un ave y a veces es un topo».

CONSTRUYENDO LA ESCENA

La creación de un torneo en el que cada poeta contara con determinado tiempo para exponer su pieza, con la voz, el cuerpo y la interacción como herramientas, se debe al albañil Marc Smith, quien en 1985 organizó los primeros eventos de Slam Poetry en un bar de Jazz de Chicago, Estados Unidos. Dos décadas después la práctica irrumpió en la escena cultural mexicana. Se desarrolló y hoy goza de buena salud, gracias a grupos como Editorial Circo Literario, que dirige el joven de 21 años, Jesús de la Peña.

«“No hagas slams” me decían algunos “intelectuales”, denigran la poesía porque son unos “teatreros”, “no hagas slams porque la poesía no se califica”, que chingón que no les hice caso, en los slams indudablemente hay poesía y de la buena…», sostendría de la Peña horas después de que la cantidad de asistentes al Macro Slam lo sorprendiera. «Creo que la poesía no puede cambiar el mundo, pero sí puede cambiar el mundo de muchas personas. Es una línea para darnos cuenta de que la sensibilidad no se ha perdido», dice a Yaconic.

Los slameros se juntan en pequeños grupos, junto a las líneas de sillas que la Casa del Lago (fundada por Arreola en 1959 como bastión cultural de la UNAM) dispuso. Algunos redactan in situ. Se conocen. Hay respeto. «Y pues sí, morí en combate, con los pechos colgados… a 40 grados. Con moretones que se pasaron de azulones. Y sí, morí en combate, en pleno jale. Advertida de que no sólo se trata de blancas; sino de hermanas, niñas, mulatas, morenas. Y sí, nací creyendo que sería libre…», dice la Señorita DNA en el micrófono, y continua en canto: «Quien apaga un cigarrillo en un charco en sangre, por su indiferencia se condenara».

La lista sigue. «Se vale de todo». Todos son cómplices. «Seguimos pensando que calificar la poesía es un juego y lo jugamos bien», de acuerdo con de la Peña.

«Soy barrio bravo. Lugar donde moderación de sombra calla. Aquí, en el umbral de avenidas marchitas se debe saber rezar, matar y bailar mijo. ¡Pásele pásele, hay poesía! ¡Pásele pásele, ahí viene la tira, ahí viene la tira!». Carlos Esteban no sube al escenario. Se pone a un lado y grita a los que caminan afuera, entre puestos de aguas, refrescos, frutas y botanas. «¡Porque la poesía está allá afuera, con los presos, con la gente que compra en los puestos ambulantes! ¡Güerita, morenita, la amo, y un chingo! ¡Escribe, como siendo el creador de la flor, del otoño, mientras talla en el puesto de ropa usada con las uñas! ¡Yo no soy poeta! ¡Sólo soy un diablero de Tepito, pero ella, es la flor que me hace volar en una tarde de domingo en Chapultepec!».

 

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LA POESÍA ESTÁ EN LAS CALLES

A decir de Abraham Sánchez, integrante de Editorial Circo Literario, el Slam Poetry «ha crecido potencialmente. Yo llevó como tres o cuatro que me uní y la verdad [los eventos] antes eran en bares. Iban 15 ó 10 personas, y, en gran parte gracias a las redes sociales, mucha gente que ni sabía que existía se ha ido conectando y ve, cada vez llegan más. Va creciendo».

—¿Cómo se inserta el Slam en una sociedad como la nuestra?, se le pregunta.

—Creo que el Slam es una poesía muy dinámica, muy fresca. Un poco alejada de la academia; bueno, es libre, se vale de todo. Raperos, Son Jarocho, académicos. Esto le da más voz al pueblo. Llega a los oídos, no sólo a la gente que lee. Los temas son variados: política, sexo, drogas, amor; lo que la gente piensa y está en la sociedad, cualquier tema. El reto —sostiene Sánchez— es que más gente se conecte. Que vean que la poesía no es aburrida. Está en las calles. Que se escuche.

Por ahora, Editorial Circo Literario planea —debido a la magnitud vista en el Macro Slam—hacer un slam en cada estado del país y conectarse con poetas de Chicago «para poder combinarnos y hacer un torneo de corte internacional. Queremos regresar a la cuna, llevar mexicanos allá, pues allí nos vamos a dar unos buenos poetazos», asegura de la Peña en entrevista con Yaconic.

LA POETISA MÁS JOVEN DEL SLAM

Juan Slam, Carlos Esteban, Mimi Kitamura, Sandino Bucio, Betsy Numen, Skandalozo y Anais Balderas son los finalistas. El público arroja objetos para que los seleccionados interpreten su última pieza. Todos explotan en sus improvisaciones; no obstante, Anais llama la atención: apenas tiene 12 años y llegó a la ronda final: «En el país de mi infancia tú serás la primavera. Mujer maravilla contra los gandallas, contra los niños que abusan de otros niños. Mujer maravilla contra los gobiernos tiranos que nos quieren cobrar lo que no gastamos y nos niegan la educación. Mujer maravilla para cambiar este mundo, y yo la apoyo porque soy niña y quiero ver la tierra florecer. En el país de mi infancia tú serás la primavera», recita.

Con vitoreos de los más cerca de 200 asistentes, Macro Slam Poetry llega a su fin. Anais es la ganadora, y entre los premios se encuentra un espacio en los recitales de «Poesía en Voz Alta» de la Casa del Lago, recinto que abrió sus puertas este sábado 11 de enero para que un grupo de slameros escupieran letras, seguros de que eso moverá las conciencias y abrirá puentes de diálogo. Hay Slam Poetry para rato.

 

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