En la actualidad, los peligros para los niños en zonas de conflicto son muy altos debido a su vulnerabilidad, misma que es aprovechada por expertos estrategas bélicos con el fin preciso de superar a sus adversarios, ya sea reclutándolos, secuestrándolos o asesinándolos para enviar mensajes.

 

En 1994, la Radio Mille Collines en Ruanda emitía un aterrador mensaje a su público: “Para matar a las ratas grandes, tienes que matar a las ratas pequeñas”. Este fue uno de los muchos argumentos que propiciaron la masacre de ese año en el país africano, que principalmente se enfocó en la generación más joven de la tribu de los Tutsis y que estima una baja de al menos mil niños, incluidos recién nacidos.

 

Sin embargo, el caso de Ruanda sólo recuerda que la atención a los niños en situaciones de guerra es uno de los más sombríos avances en la forma que se han librado conflictos desde hace 50 años.

 

Como resalta un artículo de The New Yorker, aunque en general las muertes de civiles en zonas de conflicto han incrementado en medio siglo, los niños también han representado cada vez porciones más grandes en el total de decesos, pues como afirmó Graca Machel, representante especial del secretario general de la ONU, “Los niños no sólo están quedando atrapados en el fuego cruzado, sino que también es probable que sean los objetivos específicos”.

 

Según la UNICEF, Siria es el país más peligroso para ser un niño, pues al día de hoy más de más 2.9 millones se encuentran desplazados y más de 1.4 millones están refugiados.

 

Pero no todos los niños de Siria corren con esta suerte, Human Rights Watch (HRW) detalla en un informe que adolescentes de hasta 15 años son enviados al campo de batalla, mientras que hay menores de 14 en tareas de apoyo de grupos terroristas yihadistas, en los que con la fachada de campañas de escolarización se les entrena en el uso de armas e incluso se les envía en misiones suicidas.

 

El organismo documenta los casos de 25 niños y adolescentes que han sido combatientes del Ejército Libre Sirio (ELS), el Frente Islámico, el EIIL, el Frente al Nusra, filial de Al Qaeda, así como las fuerzas de seguridad kurdo sirias.

 

Sin embargo, este no es el único tipo de terror infantil en ese país, ya que como también documenta The New Yorker, en 2011 un niño de 13 años se separó de sus padres durante una protesta contra el gobierno de Bashar al-Assad y regresó con su familia un mes después pero muerto, mutilado y quemado.

 

Entonces las imágenes de dicho ultraje al pequeño circularon en internet y en medios de comunicación sirios, lo que entonces fue visto quizá como una advertencia a los padres disidentes y así frenar las protestas.

 

Otros casos abusos a los derechos fundamentales de niños se dan en países como Afganistán e Irak, donde al menos 35 mil niños han sido utilizados para buscar y desarmar minas terrestres desde 1979, lo que en la mayoría de los casos termina en muerte o mutilaciones.

 

A pesar de que hay países en los que los informes sobre niños muertos en conflicto no existen, la atención del mundo entero volteó a esta problemática cuando el grupo terrorista nigeriano Boko Haram secuestró en abril pasado a 200 niñas estudiantes bajo el argumento de que cualquier educación no islámica es pecado.

 

Su racha de secuestros inició en mayo de 2013, cuando el líder de este grupo, Abubakar Shekau, anunció en un video que esto sería parte de su más reciente campaña sangrienta en respuesta a que las fuerzas de seguridad nigerianas detuvieran a las esposas e hijos de sus miembros.

 

Así, incluso con las campañas mundiales para informar, enviar ayuda humanitaria y frenar el uso de menores con fines bélicos, la ONU considera que esta problemática no tiene una solución a corto plazo, pues los conflictos se vuelven cada vez más locales y con menos capacidad de acción por parte de organismos internacionales. (Con información de The New Yorker)