GUADALAJARA. Una terrible incertidumbre y descontrol se vive en los estados gobernados por el PRI que tendrán elecciones el próximo año.
En Campeche, Colima, Michoacán, Nuevo León, Querétaro y San Luis Potosí se elegirán nuevos gobernadores, se renovarán los congresos locales y se escogerán nuevos presidentes municipales.
De la misma manera, el gallinero anda alterado en Chiapas, Jalisco, Estado de México y Yucatán, donde se celebrarán comicios para seleccionar diputados y ediles.
La regla no escrita indica que la próxima legislatura le corresponde al Presidente, es decir que Enrique Peña Nieto decidirá quiénes integran las listas del PRI y el Verde Ecologista para buscar una curul en San Lázaro. En otras palabras, los mandatarios estatales tendrán que apechugar y aceptar las recomendaciones del centro del país.
Los últimos 12 años fue muy distinto: a falta de jefe en Los Pinos, los gobernadores metían a las legislaturas federales a sus amigos, compadres y hasta enemigos, para sacarlos de su entidad. Pero ahora sí tienen superior, y él, que no quede duda, será el que tome las decisiones.
Hasta ahí todo estaría más o menos controlable para los mandatarios, pero sus bonos políticos han caído terriblemente porque no reciben a los aspirantes y a los que logran hablar del tema con sus líderes estatales, les dicen que no está en sus manos y que ahora lo prioritario es concluir las leyes reglamentarias. Obviamente los que quieren participar salen muy enojados de esas audiencias o están decepcionados de que no son atendidos.
La caballada se dejó ir al Distrito Federal y obviamente es imposible de atender en su totalidad. Las oficinas del PRI en Insurgentes Centro están muy concurridas, pero tampoco ahí están dando la solución a sus legítimas peticiones.
También están en contra de los mandatarios las nuevas reglas y la muy próxima renovación de los consejeros estatales de sus respectivos institutos, de acuerdo con las nuevas atribuciones del INE.
¿Y qué pasará con los candidatos a gobernador? Pues obviamente se decidirán en Los Pinos. Los mandatarios tendrán derecho de veto, pero no de voto y los candidatos a alcaldes y diputados locales recomendados tendrán que atenderse con pulcritud.
Vaya escenario inédito e incómodo para los gobernadores tricolores que se van y se quedan, porque sencillamente están inmóviles. La cúspide de sus carreras está muy endeble y sus seguidores muy molestos. Y si todo esto fuera poco, enfrentados con liderazgos empresariales por la falta de compras.
Claro que aspirantes y suspirantes tienen que entender las nuevas reglas del juego, pero mientras tanto podría vivirse en 2015 una derrota importante para el gobierno federal de no darse señales claras pronto. Está en juego todo y el ambiente, por decirlo de manera sencilla, muy enrarecido.
Un solo hombre que tomará decisiones, una nueva reglamentación, riña con la clase empresarial, consejeros que aún no saben que serán consejeros, gobernadores sin la gran fuerza que los caracterizaba a tan sólo un año del proceso electoral que definirá el rumbo del sexenio de Peña Nieto.
Pobres gobernadores del PRI.