La apertura del sector eléctrico del país a la inversión privada no garantiza que las tarifas de la electricidad bajarán en un futuro cercano como lo afirman los funcionarios del gobierno federal, dijeron expertos, quienes dudan que la medida realmente beneficie a la población y a la industria manufacturera.

 

Iván Guillermo López, profesor de Economía del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), explicó que “no hay un argumento 100% efectivo para predecir que los precios van a bajar”.

 

En entrevista con 24 HORAS, el académico recordó que en los años 90, cuando se permitió que en el sector eléctrico participarán agentes privados que vendían a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) lo que generaban en electricidad, el efecto fue negativo y las tarifas subieron en lugar de bajar.

 

“En aquella ocasión, hubo un desbalance porque muchas centrales eléctricas públicas cerraron demasiado pronto antes de que abrieran muchas centrales privadas para resarcir ese hueco en la oferta. En aquel entonces, lo que se notó fue un alza en las tarifas. Podría ser que algo parecido ocurriera”, expuso.

 

Sin embargo, esta situación podría ser diferente con la extracción de gas shale, señaló el catedrático del ITAM, porque si ocurre en México algo similar a lo que pasó en Estados Unidos con este combustible, la revolución energética permitiría bajar los precios del gas natural usado para la generación de electricidad.

 

“Eso puede ocurrir a mediano plazo respecto al gas shale. Sin embargo, esto tiene riesgos ambientales bastante fuertes”, argumentó.

 

 

Cambio paulatino

 

María Fonseca, directora del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, coincidió con Iván Guillermo López, al afirmar que las tarifas eléctricas no bajarán en un futuro inmediato, pues es un proceso que tomará tiempo.

 

La académica indicó que con la nueva tecnología que se empezará a usar luego de la reforma energética, el efecto sobre las tarifas eléctricas podría notarse a partir de 2017 o 2018.

 

Los ajustes se verán “en las tarifas eléctricas y de gas, pero no así en la gasolina. Habrá que ver qué tanto nos lleva esta puesta en marcha de la reforma una vez aprobadas las leyes secundarias, pero va en esa línea de generar un entorno más competitivo y donde los precios estén más regidos por un mercado y una economía más global y no por un monopolio como lo hemos vivido hasta ahora tanto con CFE como con Pemex”, señaló.

 

Experiencia internacional

 

En un reciente reporte de Goldman Sachs sobre la reforma energética de México, Adrián Lajous, investigador independiente del Centro para la Política Energética Global de la Universidad Columbia, señala que el precio promedio de la electricidad debe bajar a niveles más competitivos, lo que será esencial para el crecimiento del sector manufacturero del país.

 

“El sector manufacturero mexicano paga demasiado caro la energía en comparación con muchos otros países, 75% más que en Estados Unidos, por ejemplo,”, lamentó quien fuera director general de Petróleos Mexicanos durante la presidencia de Ernesto Zedillo.

 

Lajous afirma que si bien un mercado de energía basado en el costo no es la norma, algunos países latinoamericanos, como Chile, Argentina y Guatemala, han optado por esta solución.

 

Agrega que se espera que a medida que las plantas de gas desplacen la actual capacidad de generación de energía con combustóleo, el mercado del precio de la energía podría fluctuar entre un costo variable de un ciclo combinado durante las horas de bajo consumo y el de un ciclo abierto durante las horas pico.

 

“Lo que se está implementando es un mecanismo de mercado. Ahora estas empresas que antiguamente funcionaban como paraestatales van a ser unos actores de mercado más. Van a competir en igualdad de circunstancias con otras empresas. En la medida en que la oferta de esos minerales y estos recursos aumenten mucho, pues bajarán los precios”, comentó Iván Guillermo López.

 

No obstante, los precios están sujetos a condiciones internacionales ya que México importa gas natural y petróleo para generar electricidad porque la producción mexicana actual no es suficiente para satisfacer la demanda nacional.

 

“Seguiremos sujetos a las condicionantes internacionales. Ahora bien, si México es capaz no sólo de extraer mejor, sino de transformar mejor lo que extraiga después de esta reforma y logra incrementar la oferta de estos bienes, en esa medida irán bajando los precios para los consumidores. Pero eso no va a ocurrir en el corto plazo”, dijo.