La fuerte competencia que generará la apertura del sector energético de México, luego de que termine la reforma de esta industria, provocará importantes desafíos para que haya regulaciones e instituciones suficientemente poderosas para controlar y reglamentar a las empresas privadas nacionales e internacionales que realizarán las diferentes actividades de extracción y transformación de hidrocarburos.
Esto es parte de las conclusiones a las que llega Adrián Lajous, investigador independiente del Centro para la Política Energética Global de la Universidad Columbia, en un reciente reporte que realizó para la calificadora Goldman Sachs.
“El desarrollo de los marcos regulatorios y las instituciones podrían representar grandes desafíos a la reforma. Las regulaciones de los sectores midstream (transporte y almacenamiento y comercialización de crudo) y downstream (refinación y comercialización de gas natural y gasolinas) tendrán que construirse sobre las bases limitadas existentes”, explica quien fuera director general de Pemex durante la presidencia de Ernesto Zedillo.
Debido a que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) se había limitado al transporte del gas natural, a los gasoductos, al mercado e instalaciones de gas LP y a la regulación de los productores independientes de electricidad, la reforma aumentará “dramáticamente” la carga de trabajo del ente regulador.
Nuevas tareas
La reforma energética amplía los alcances de la CRE y le otorga poderes regulatorios mucho mayores a los que tenía, pues será responsable del control operativo del sistema eléctrico nacional. Será esta instancia la que establecerá las políticas en materia de precios de gas y el uso de ductos.
Mientras que la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) estará a cargo de vigilar la exploración y la extracción de hidrocarburos en el país, así como de otorgar los permisos a las empresas y a Pemex para realizar estas actividades.
El nuevo Centro Nacional de Control del Gas Natural (Cenagas) será el organismo descentralizado que operará el sistema nacional de ductos de transporte y almacenamiento.
La nueva Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente que será un órgano desconcentrado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales reglamentará sobre la seguridad industrial y la protección al medio ambiente. Su rol será clave particularmente para la extracción del gas shale.
Faltan recursos
No obstante, varios expertos han manifestado sus preocupaciones sobre el rol que tendrán estos organismos reguladores, ya que actualmente cuentan con pocos recursos técnicos y humanos para poder controlar y vigilar las actividades en el sector energético del país.
La semana pasada, el gobernador de California, Jerry Brown, alertó sobre las grandes empresas petroleras y afirmó durante una reunión con los senadores mexicanos que al cambiar el mercado de energía y tener compañías privadas de petróleo, “deben tener mano dura en la regulación o los comerán vivos”.
En su reporte, Adrián Lajous considera que las entidades reguladoras necesitarán más fondos para poder realizar sus labores, contratar y capacitar el personal, así como para trabajar con consultores externos.
Pero el experto señala que la nueva legislación les dará mayor independencia a los reguladores, especialmente a la CRE y a la CNH, que a pesar de que serán coordinados por la Secretaría de Energía, serán legalmente iguales.
Esto, considera, es una buena noticia y un importante paso adelante, ya que los organismos reguladores tendrán autonomía administrativa y financiera, aunque tendrán que lidiar con los fuertes intereses del sector privado.
Detalles pendientes
Lajous expone también importantes cuestiones que deben ser resueltas para que la reforma sea exitosa.
Por ejemplo, explica que se requiere un balance adecuado entre las leyes y las regulaciones para que haya flexibilidad y poder ajustarse a los cambios y a las circunstancias no previstas con la reforma, pero los reguladores deben tener una sólida base legal para que puedan reforzarse.
Si bien la atención de la reforma se ha enfocado en la parte upstream, es decir, en la exploración y extracción de los hidrocarburos, faltan muchos detalles todavía en cuanto al midstream (transformación, transporte y comercialización de crudo), downstream (refinación y comercialización de petrolíferos como las gasolinas), así como en el sector eléctrico.
“Mientras la producción de petróleo debe incrementarse, los problemas en el midstream deben resolverse para eliminar el riesgo de interrupciones del suministro de gas natural y de combustible a los usuarios”, escribe Lajous.
Bajo las condiciones económicas actuales, comenta, el sector energético no debe restringir el crecimiento de la industria manufacturera mexicana, donde se encuentra el empleo de alta capacidad y donde la productividad crece cada vez más.
“Pero la energía puede contribuir al crecimiento de la industria mediante el fortalecimiento y la profundización de la cadena de suministro con el fin de reforzar la competitividad de las exportaciones manufactureras”, concluye el experto.