Para nosotros, la pregunta no es qué nueva historia aparecerá a continuación. La pregunta es: ¿Qué vamos a hacer al respecto?
Eso es lo que dice Edward Snowden de los miles de documentos confidenciales de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) que entregó a Glenn Greenwald, al diario británico The Guardian y a Barton Gellman, de The Washington Post.
La revista Wired trae una entrevista con Snowden, “El hombre más buscado del mundo”, dice el título del texto de James Bamford, quien durante casi nueve meses, cuenta, buscó el encuentro con él, viajando varias veces a Berlín, Río de Janeiro y Nueva York. Cuando logró convencer a los intermediarios que era de fiar, le arreglaron un encuentro secreto en Moscú. Y de eso trata su entrega.
Personalmente no entendía cómo era que Wired, considerada la biblia de los adoradores de la tecnología, no hubiera generado una exclusiva del escándalo de la NSA en los últimos meses. Der Spiegel, The New York Times y otros medios le robaron la nota una y otra vez. Pero en su edición de septiembre nos recompensa con un texto que narra algunos detalles de la vida de Snowden en el exilio, de su familia, de lo que piensa del gobierno, su justificación y además adelanta algunos secretos contenidos en los archivos robados que están por salir a la luz.
Bamford tuvo que usar una computadora limpia -nueva, sólo cargada con un programa de encriptación- para coordinar la reunión. Tuvo que viajar a Moscú y estar en punto en el lobby de un hotel, con un libro en específico en las manos. Sin la certeza de que Snowden lo contactaría. No debía llevar ningún dispositivo electrónico a la reunión, de ser posible, evitarlos durante su viaje, pues como ahora todo el mundo sabe, la NSA es capaz de activar hasta teléfonos apagados como grabadoras o rastreadores.
Bamford recuerda que el FBI, la CIA y el Departamento de Estado de EU están desesperados tratando de encontrar maneras de atrapar a Snowden. Un oficial le dijo a un reportero del Washington Post: “Esperamos que él sea tan estúpido como para abordar una aeronave, tener un aliado y decirle: Estás en nuestro espacio aéreo, aterriza”. Eso no ha pasado, y desde que está en Rusia no han podido seguirle la pista (el pasado 7 de agosto, recuerda Bamford, el gobierno de Putin le dio permiso para quedarse en ese país por al menos tres años más).
Snowden asegura que ninguno de los documentos que se robó de la NSA está en Rusia, no tiene nada, todo se lo entregó a Greenwald, The Guardian y The Washington Post.
Dice que trató de darle al gobierno de Estados Unidos una idea de lo que tomó para dejar en claro que está delatando prácticas que no se deben cometer, y no espionaje para un país enemigo. Eso también le serviría a EU para prepararse para las revelaciones que vienen y tratar de mitigar los daños. Pero se dio cuenta de que la NSA no vio las pistas y simplemente reveló el número de todos los archivos que tocó. EU dice que fueron 1.7 millones de documentos, Snowden aclara que es mentira.
“Creo que ellos piensan que hay un arma de fuego ahí que podría ser su muerte política”. Como no saben qué tocó, Snowden cree que sospechan que tomó información muy delicada y que todavía está por salir lo peor.
Bamford dice que es muy probable que nadie sepa con exactitud qué hay en los documentos extraídos: ni la NSA, ni sus custodios ni siquiera Snowden.
Y hay otra complicación que aparece en el escenario: algunas de las revelaciones atribuidas a Snowden no provienen de él, sino de otros filtradores que entregan información con el nombre del ex contratista de la NSA.
Snowden rechaza esta posibilidad durante la entrevista.
Pero independientemente de ello, Bamford, un experto en seguridad que también fue parte del gobierno, tuvo acceso irrestricto a un gran número de archivos de Snowden en varios países y, utilizando tecnología avanzada de búsqueda, no pudo encontrar algunos de los documentos que han salido a la luz, lo que le hace pensar que hay otro filtrador en algún lugar.
Por ejemplo, el día de su entrevista con Snowden, Der Spiegel publicó una historia sobre las operaciones de la NSA en Alemania y su cooperación con la agencia de inteligencia local, BND. Lo acompañó con un memorándum de cooperación entre BND y la NSA firmado en 2002. La revista aclara que eso no proviene del material de Snowden.
“Si existen otros filtradores dentro de la NSA, eso será más que otra pesadilla para la agencia”, dice Bamford.
Eso significaría que la protesta de Snowden ha inspirado a otros dentro de la comunidad de inteligencia.