Con cierta facilidad se nos olvida que México es una potencia exportadora en el mundo. La semana pasada recordaba Pedro Aspe que cada día el país vende mil millones de dólares al exterior, una cifra que le coloca en el décimo lugar entre los mayores exportadores del planeta.

 

Esta avalancha de ventas al exterior es ya el principal motor de crecimiento de la economía. De hecho las exportaciones explican más de una tercera parte del PIB anual, lo que indica que para México la actividad exportadora no solo es comercialmente estratégica, sino también es fundamental para cualquier plan de gobierno de largo plazo, por ejemplo para combatir la pobreza o para elevar la generación de empleos.

 

Por eso la pregunta que se tiene que hacer es si existe un plan de largo plazo para orientar las exportaciones mexicanas en el sentido en que está cambiando la economía global.

 

Hace un mes la revista británica The Economist ilustraba en un gráfico que para 2012 el 82% del crecimiento mundial se generaría en las economías emergentes y solo el 18% en las economías avanzadas. China e India crecerían entre 7% y 8.5%, Latinoamérica y África crecerían entre 2.5% y 4%. En contraste, las economías de la zona euro caerían 0.5%, Japón, Estados Unidos y Canadá verían crecimientos entre 1.5% y 2%.

 

Ayer en la reunión de ministros de finanzas del G-20 el presidente de BBVA, Francisco González, recordó estas cifras. En la próxima década –dijo- México, China, Turquía, India, Brasil y otros países emergentes más, contribuirán con 58% del crecimiento mundial, mientras que los desarrollados aportarán solo 16%, dijo González cuyo grupo ya obtiene sus mayores ingresos y utilidades en sus negocios en países como México, Turquía, Chile o Argentina.

 

El jueves pasado Pedro Aspe advertía sobre lo mismo durante la presentación del libro “Una Agenda para México” de Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda: Dos terceras partes del crecimiento económico mundial provendrá de los países emergentes, decía el ex secretario de Hacienda.

 

Ante tanta advertencia la pregunta no es ociosa, sobre todo porque México tiene una alta concentración de sus ventas externas hacia economías maduras como Estados Unidos y Europa, allí va 90% de los bienes que se exportan. ¿Qué se está haciendo para orientar las exportaciones mexicanas hacia los mercados que tienen y tendrán una demanda más dinámica en la próxima década?

 

Aspe sugirió que México aborde negociaciones con Brasil hacia un tratado de libre comercio, que reabra los asuntos pendientes en el TLCAN con Estados Unidos y Canadá, y que se incorpore en acuerdos comerciales con las dinámicas economías de Asia-Pacífico.

 

Todas estas propuestas son discutibles, pero deben estar sobre la mesa de los estrategas del gobierno y del sector privado, porque la economía global está cambiando dramáticamente y México no puede quedarse con la complacencia de que hoy es la décima potencia exportadora del mundo ante una realidad dinámica, que puede sorprenderla si no se toman decisiones hoy para los próximos años.

 

El TLCAN fue un poderoso motor de crecimiento, pero ya dio de sí. Habrá que revisarlo y poner en marcha nuevos motores para enfrentar los retos que ya llegaron.

 

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