En ocasiones encontrarle sentido a nuestra vida es complicado, el paso del tiempo, la insatisfacción y los problemas cotidianos nos pueden alejar del disfrute cotidiano; en realidad son pocas las veces que nos damos el tiempo para detenernos y pensar en esto, pues la rapidez e intensidad de la vida no nos permite que pisemos el freno a fondo para reflexionar. Es común que actuemos automáticamente, de acuerdo a lo que suponemos es nuestro rol; sin embargo esto no nos libra de que en algún momento la vida misma, con sus sorpresas inesperadas, nos detenga y nos obligue a entrar en los cuestionamientos profundos y en la búsqueda de respuestas.
Viktor Frankl, psiquiatra vienés que sobrevivió a un campo de concentración, dice en sus escritos que todos tenemos una misión en la vida, y que esta es tan individual y especial como cada uno de nosotros, que nadie nos puede decir cuál es nuestra misión, cada uno de nosotros la tenemos que descubrir.
Frankl nos dice que por más difícil que la vida misma se nos presente, siempre podemos encontrar una razón, un sentido para vivirla con dignidad y amor, y que es el amor lo que permite al ser humano superar todo y afirma que “teniendo un por qué vivir no importa tanto el cómo.”
Es importante considerar que Frankl fue un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial y su teoría (logoterapia) la desarrolla en base a esta experiencia de vida.
Su historia me parece muy alentadora y digna de ser compartida, ojalá estemos abiertos a apreciar lo que la vida nos ofrece, a sentirnos contentos con lo que somos y lo que hacemos. Y si no lo estamos, pues hagamos ese alto en el camino y busquemos lo que nos hace vibrar, lo que nos conecta con nuestro interior para ser nosotros mismos y disfrutar lo que somos y lo que hacemos, agradeciendo el estar vivos y aceptar que siempre tenemos algo que ofrecerle al otro.
Cualquier vida, no importa lo compleja que sea, está hecha de un solo momento. El momento en que un hombre descubre de una vez y para siempre, quién es: Jorge Luis Borges