En una sesión de Congreso General calificada cómo histórica por la Presidencia del PRD en las Mesas Directivas de la Cámara de Senadores y de Diputados se aperturó con la presencia de apenas 434 legisladores de los 628 existentes el primero periodo ordinario de sesiones, correspondiente al tercer y último año de ejercicios de la LXII Legislatura.

 

Minutos antes de las cinco de la tarde (hora de la cita), legisladores de las siete bancadas representadas en el Congreso –PRI, PAN, PRD, PVEM, MC, PT y PANAL- arribaron al palacio legislativo de San Lázaro, apresurados no por el acostumbrado toque de sesión, sino motivados a acelerar su paso bajo la lluvia que cayó intensa en la zona poniente de la Ciudad.

 

Habiéndose declarado el quorum necesario para arrancar la sesión, el perredista Silvano Aureoles Conejo condujo entre el nerviosismo su primer sesión cómo presidente del máximo órgano de gobierno en el Congreso. Debido a su inexperiencia, el diputado michoacano fue asesorado por personal de apoyo parlamentario para dirigir la reunión, tras lo cual declaró la apertura de los trabajos ordinarios.

 

Al inicio formal de un nuevo periodo, sobrevino un receso legislativo durante el cual el presidente de la Cámara de Diputados Aureoles Conejo, su homólogo en el Senado Miguel Barbosa y una comitiva de bienvenida, recibió en el Museo de San Lázaro -la zona VIP del recinto- al secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien tras la bienvenida fue conducido al salón de Protocolo C, donde entregó el segundo informe de gobierno del presidente, así como la iniciativa preferente enviada por el mandatario federal para garantizar los derechos de los niños niñas y adolescentes.

 

La ocasión especial, fue el pretexto para la banalidad. Senadores y diputados aprovecharon para  renovarse, como el caso de la senadora panista Adriana Dávila, quien presumió ante sus compañeras legisladoras un reluciente par de zapatos nuevos. Quien también llegó con juguete nuevo fue el priista Omar Fayad Meneses, quien parecía destacar ante el diputado del PVEM, Arturo Escobar, las bondades de un reloj de pulso. El priista continuó la visita de las siete casas y demostró ser uno de los legisladores más hiperactivos al ir de una curul a otra en busca de una nueva conversación.

 

Los legisladores renovaron su Mesa Directiva y su atuendo, pero no así los ánimos. El grupo parlamentario del PAN brilló por su ausencia, al tener en su fila el mayor número de ausentes, mientras el PRI y el Verde Ecologista preferían la charla a distancia desde el celular. Por el contrario, destacó  la civilidad del PRD, que en un hecho sin precedentes guardó pancartas y protestas, quizá ante el orgullo de ver en la cima del Congreso a sus máximos líderes.

 

La lluvia de posicionamientos también encharcó el Pleno del Congreso. Mientras los representantes de todas y cada una de las bancadas fijaban la postura de sus fracciones el bullicio hacía eco en el recinto. Fue hasta la presencia de la senadora Dolores Padierna que los presentes despertaron del ensueño para descalificar su discurso y enviar saludos a René Bejarano.

 

El único momento en que PRI-PVEM decidió guardar el orden fue ante la presencia de su líder en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones, quien al concluir su discurso en pleno respaldo al presidente de la República, arrancó los aplausos de los suyos y de sus aliados políticos, quienes de pie vitorearon al diputado hasta que este se perdió de vista.

 

La misma lluvia que una hora antes apresuró a los legisladores, se encargó de disolver las manifestaciones previstas, las cuales no llegaron a las inmediaciones del recinto convertido en un búnker bajo la custodia de más de cientos de elementos de seguridad y tras una fuerte muralla de dispersión.