La construcción del nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y las obras complementarias a la terminal requerirán una inversión público-privada de 169 mil millones de pesos, de los cuales 98 mil millones serán recursos federales y el resto de la iniciativa privada.

 

La nueva terminal aérea será uno de los tres mayores proyectos de infraestructura aeroportuaria a nivel mundial, cuya construcción total se concluirá hasta dentro de 50 años. En su etapa de máximo desarrollo contará con seis pistas y transportará a cerca de 120 millones de pasajeros al año, cuatro veces más que la capacidad del actual aeropuerto.

 

Durante la presentación oficial del proyecto, el presidente Enrique Peña Nieto, ofreció detalles de lo que, dijo, será un patrimonio de los mexicanos. Del monto total de la inversión, 127 mil 400 millones de pesos de los recursos se destinarán a la infraestructura aeroportuaria que incluye la terminal, una torre de control, pistas e instalaciones auxiliares.

 

“Se tiene programado que una parte de los ingresos del actual aeropuerto y del nuevo, en su momento, contribuirán a su financiamiento, lo que permite decir que los ingresos del actual Aeropuerto y del nuevo serán suficientes para cubrir el gasto operacional, el pago del financiamiento que se contrate, así como el retorno del capital público invertido”, explicó durante el acto en la residencia oficial de Los Pinos.

 

Además, 16 mil 400 millones de pesos se usarán para obras hidráulicas, cuatro mil 700 en acciones sociales y 20 mil 500 millones al diseño, ingeniería y gestión del proyecto.

 

“Serán recursos públicos adicionales para atender la obra hidráulica, la conectividad de la zona y otras obras complementarias”, dijo el mandatario quien estuvo acompañado de integrantes de su gabinete, gobernadores y el arquitecto Norman Foster, creador del diseño de este proyecto.

 

Durante el acto, resaltó que todas las actividades vinculadas al desarrollo del proyecto se harán con absoluta transparencia y pleno respeto a la ley, garantizando la protección de los derechos de los habitantes de las colonias y comunidades colindantes a esta obra.

 

Por su parte, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, dejó en claro que el gobierno federal mantendrá en todo momento la propiedad y el control de la nueva infraestructura, es decir, no será concesionado.

 

Construcción en dos etapas 

 

El nuevo AICM será contiguo al actual y estará construido en una superficie de cuatro mil 600 hectáreas, dentro de una reserva de 12 mil 500 hectáreas de terrenos pertenecientes al gobierno federal. Habrá “pleno respeto a los habitantes de la zona de Texcoco”, aseguró el secretario de Comunicaciones y Transportes.

 

Peña Nieto mencionó que el aeropuerto se construirá en dos etapas. En la primera se tendrá una terminal, una torre de control y tres pistas simultáneas que contribuirán a transportar a 50 millones de pasajeros y se prevé que comience operaciones en 2020.

 

La segunda etapa tendrá otras tres pistas de despegue y aterrizaje, para sumar seis en total al final de la construcción, que se estima funcionen hacia 2060 y transporte a 120 millones de pasajeros.

 

La construcción generará 160 mil empleos, y una vez concluido se prevé que por cada millón de pasajeros se genere en mil empleos directos y tres mil indirectos.

 

Futuro y pasado, emblemas del nuevo AICM 

 

“Una escultura que se extiende y vuela, abre camino al futuro y remonta a la cultura prehispánica” es lo que definirá el nuevo aeropuerto. Para el diseño arquitectónico de la terminal aeroportuaria, la torre de control y servicios anexos se recibieron propuestas de los mejores especialistas, pertenecientes a la sobresaliente tradición arquitectónica mexicana, así como de los más calificados especialistas internacionales.

 

El proyecto para el diseño comenzó hace ocho meses, con ocho consorcios participantes, resultando ganadores el integrado por el arquitecto Fernando Ramos de la firma Romero-Enterprise y del arquitecto Norman Foster fundador de Foster and Partners, el pasado 2 de septiembre.

 

Peña Nieto aseguró que por su magnitud, diseño y beneficio social, el nuevo aeropuerto será una obra trascendental, emblema del México moderno. “Éste es un aeropuerto que merece la capital y todos los mexicanos”, expresó.

 

Proyecto integral 

 

El proyecto involucra a los gobiernos federal, del Distrito Federal y del Estado de México para convertir a una importante área de la metrópoli en un polo de desarrollo en el país.

 

El gobernador del estado de México, Eruviel Ávila, consideró que el nuevo puerto aéreo beneficiará la zona oriente de la entidad en materia inmobiliaria, servicios hidráulicos, carreteros, educativos y en materia de medio ambiente.

 

En este último rubro el mandatario aseguró que el aeropuerto no le quitará agua a ninguna región del estado, pues utilizará 100% aguas tratadas. Mientras que su gobierno donará un terreno de 760 hectáreas para la construcción de lagunas de regulación con el fin de conservar el cinturón ecológico del Valle de México.

 

El jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, expuso que la terminal también generará empleos, fomentará el turismo en la ciudad y mejorará el abasto de agua en la zona oriente.

 

Aerolíneas, entre las beneficiadas

 

La construcción del nuevo aeropuerto beneficiará a las aerolíneas mexicanas y extranjeras, así como a los concesionarios de autopistas, constructoras y proveedoras, consideró Accival Casa de Bolsa.

 

Según el análisis elaborado por la filial de Grupo Financiero Banamex, los beneficios para otros sectores serían menos claros, porque en cierto modo dependerían de si el gobierno decide posteriormente privatizar esas instalaciones.

 

Las líneas áreas se beneficiarían del eventual aumento de las franjas horarias de aterrizajes y despejes, además de que el tráfico en las autopistas de peaje que conectarían con el nuevo aeropuerto podrían registrar un fuerte crecimiento, con Pinfra y OHL México como posibles beneficiarios.