Carlos Alberto, vecino de la delegación Iztapalapa disfrutó de estas fiestas patrias con fiesta y comida típica en compañía de su familia pero unas copas de más le causaron una fuerte resaca. Aún en ese estado, para él y su familia asistir al tradicional Desfile Cívico-Militar “ya es toda una tradición, y nos podemos faltar aunque andemos desvelados o como ahorita ando”, suelta Alberto con una sonrisa a medias.
“Los niños te obligan, y ya uno mismo lo hace porque en nuestra familia ya es toda tradición venir al desfile, venimos como desde hace 10 años y no faltamos”, señaló con un aparente malestar por la fiesta de un día anterior.
Acompañado por su esposa “Ceci” y sus dos hijos, Alberto y Sebastián de 8 y 5 años respectivamente disfrutaron de tortas de tamal y atoles para mitigar “la desmañanada” que pasaron para ver a los agrupamientos militares, navales y policiales desfilar de cerca.
“Los aviones y los que pasaron con la cara pintada fueron los que más me gustaron”, reconoció Alberto, quien fue corregido por su padre al decirle que se trató del grupo de Fuerzas Especiales del Ejército los que habían llamado la atención de la familia: “Son los que se la rifan contra los narcos”, sostuvo Carlos.
“Así se visten los hombres”
“Esos sí son hombres, así deben vestirse”, lanzó Doña Carmela cuando vio pasar el agrupamiento de Charrería. Por cuarta vez la señora vecina de Ecatepec asistió con sus hijos, hijas, yernos, nueras y nietos al tradicional desfile, pero este año se les hizo demasiado tarde y sólo medio alcanzaron a ver desde lejos subidos en las jardineras del Palacio de Bellas Artes.
“Un hombre vestido como charro se ve muy guapo, muy elegante, así deberían vestirse porque es feo que se pierdan esas tradiciones”, señaló Carmelita como le dicen sus seres queridos, y quien dijo que su nieto de apenas nueves meses de nacido ya andaba en su primer desfile. Como desde el año 2011 han asistido al evento, un día antes comparten una “cena mexicana de tamales y pozolito” en casa de Claudia, la mayor de sus hijas que vive en la colonia Pantitlán.
“Vimos puras cabezas”
En un notable descontento con su mujer, el señor Fidel reclamó a su esposa Armina por no haberse laventado más temprano para conseguir un mejor lugar para admirar a los agrupamientos. “Pues es que ya sabes como son las mujeres, que se tardan para todo, y ya desde donde nos tocó vimos puras cabezas”, se quejó Fidel, quien reconoció que el personal de la Armada, quien en esta ocasión fueron quienes arrancaron la marcha, es el que más le gusta porque a su parecer “son los más disciplinados y eficaces de todos”.