Raúl Jiménez anotó. Por fin, se liberó de la presión que medios españoles y la afición colchonera habían puesto sobre el atacante mexicano que acumulaba minutos jugados sin gol.

 

Jiménez se lanzó ante la marca de los defensas andaluces, conectó el balón con la cabeza y lo mandó al fondo del marco para el 4-0, el primer gol con la camiseta rojiblanca.

 

En un partido imponente del Atlético de Madrid desarmó al Sevilla en el Vicente Calderón, con una victoria incontestable transformada por Koke, Saúl Ñíguez, Raúl García y el ya mencionado  Raúl Jiménez y con un rendimiento colectivo sensacional, con el que goleó y anuló a un decepcionante conjunto andaluz (4-0).

 

Un triunfo más para el actual campeón de Liga, que dejó atrás cualquier duda y que recuperó la versión que el pasado curso le guió hasta las cotas más altas para derribar a un rival directo y provocar la primera derrota en esta temporada del Sevilla, que se marchó del Manzanares con apenas un disparo entre los tres palos.

 

No era un partido más. Ni para el Atlético ni para el Sevilla. Ni mucho menos para sus entrenadores. Desde la estrategia sorpresiva de las alineaciones, con novedades llamativas en uno y otro equipo, con un sistema 4-1-4-1 de partida en ambos conjuntos, hasta el terreno de juego, escenario de un duelo que siempre tuvo color rojiblanco.

 

Porque para el ganador, el Atlético, no fueron sólo tres puntos de máxima importancia, sino también un golpe a un rival directo por la Liga de Campeones o el liderato y un plus de convicción para el transcurso de esta temporada, para reafirmar el potencial de su equipo y afianzarse aún más entre los mejores de la clasificación.

 

Un partido grande, de esos en los que el Atlético se siente fuerte, con esa versión potente que le dio el título de Liga hace cuatro meses y la que demostró durante todo el encuentro, primero para encarrilarlo con un 2-0 antes del descanso y después para solucionarlo con la autoridad del actual campeón del torneo.

 

Desde el principio, el choque fue del Atlético, preciso con la pelota, con movimiento para desbordar a su adversario y para mantener bajo control el encuentro, pero también firme en defensa, intenso en cada pelota dividida y ganador de cada duelo sobre el césped, con el balón y sin él, ante un desdibujado Sevilla.

 

 POR FIN