La Secretaría de Hacienda, con su actual titular Luis Videgaray, ha ensanchado en tal magnitud sus fronteras al interior del gobierno que nadie más cabe cuando de asuntos económicos se trata.

 

El resto de los miembros del gabinete económico lucen como espectadores o ‘personal de apoyo’, de segunda o de tercera fila según sea el caso, particularmente cuando se trata de decisiones trascendentes para el gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

El jueves pasado la Secretaría de Hacienda protagonizó el más reciente  capítulo de una dependencia gubernamental que ya podría denominarse ‘Súper Hacienda’, cuando Videgaray -en su oficina alterna- presentó la Iniciativa de Ley para Impulsar el Crecimiento Sostenido de la Productividad y la Competitividad de la Economía Nacional, que el Ejecutivo había enviado un par de días antes a la Cámara de Diputados.

 

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Con Luis Videgaray al centro del presídium quedó claro en aquella conferencia de prensa que cuando se trata de programas de productividad y de competitividad del país, la Secretaría de Economía -responsable de estas materias- es sólo un accesorio. En aquella reunión el titular de Economía del país, el secretario Ildefonso Guajardo, jugó apenas un papel secundario ratificado cuando en su discurso se le escuchó decir: “la elaboración de este programa estará a cargo de la Secretaría de Hacienda, con la participación de la Secretaría de Economía…”

 

Y es que no cabe duda que la Iniciativa de Ley que ahora tienen en sus manos los diputados federales, encierra un problema de invasión de funciones y de atribuciones de parte de la Secretaría de Hacienda sobre aquellas que tiene reservadas la Secretaría de Economía.

 

Como bien lo dijo resignadamente Guajardo aquel jueves, según la Iniciativa será Hacienda la que determine el programa de productividad del país, y no sólo eso sino que determinará qué sectores serán prioritarios para estos programas y qué asignaciones presupuestarias tendrán y, por lo tanto, será el secretario de Hacienda quien presida el Comité Nacional de Productividad y quien determinará las estrategias y cómo se medirán los avances.

 

O sea, es una ley que -más allá de la discusión de su conveniencia o no para el desempeño de la economía nacional- le resta atribuciones y funciones a la Secretaría de Economía para, otra vez, concentrarlas en la ‘Súper Hacienda’ que encabeza Luis Videgaray.

 

Guajardo ya debió haberse acostumbrado a ser secretario de segunda fila en el gabinete económico de Peña Nieto. El 27 de agosto pasado el secretario de Economía debió haber inaugurado en León, Guanajuato, el evento de los fabricantes de calzado más importante del país. Se supone que está en sus atribuciones y es su responsabilidad.

 

Pero ese día, quien estuvo en su lugar fue el secretario Videgaray para hacer -ni más ni menos- que el anuncio más importante esperado por años por el sector de los zapateros del país. El secretario de Hacienda les anunció que el gobierno protegería a la industria con aranceles y subsidios. Allí Videgaray recibió los aplausos de los empresarios y de los políticos panistas de Guanajuato. Guajardo se hizo a un lado.

 

Y es que la ‘Súper Hacienda’ lo abarca todo. Desde los anuncios de los comerciantes a través de su periodo de descuentos del ‘Buen Fin’, hasta las atribuciones de la moribunda Secretaría de la Función Pública, pasando por las alianzas de las PYMES.

 

Una ‘Súper Secretaría’ de Hacienda que ya lo concentra todo y que no puede ser eficiente ni productiva con la enorme carga de tareas y funciones que se ha echado encima en detrimento del resto de las secretarías del gabinete económico del gobierno federal.

 

Hay un dato que no me ha sido posible encontrar en la administración pública que muestra esta indeseable concentración de la ‘Súper Secretaría’  y que revela una enorme ineficiencia.

 

Me refiero al número de consejos de administración y de directorios de organismos públicos a los que pertenece el secretario de Hacienda y a los que, por lo tanto, debe asistir con regularidad. He indagado y no he obtenido el dato. Por todos los indicios al respecto, es probable que los días hábiles del calendario no sean suficientes para que Luis Videgaray asista a las reuniones a las que está convocado. De allí que a muchos de estos Consejos que preside o de los que es miembro, nunca asiste personalmente y más bien envía a algún representante.

 

Pero la concentración de la ‘Súper Secretaría’ continúa, sin importar su productividad ni su eficiencia.