WASHINGTON. El presidente Barack Obama, no se ha dejado ver en actos públicos de campaña cuando faltan solo tres semanas de las elecciones legislativas, consciente de su baja popularidad y de que su presencia puede incluso debilitar a algunos candidatos demócratas.
Recientemente en la cadena CNN preguntaron al senador demócrata Mark Udall, que aspira a ser reelegido el 4 de noviembre, si le gustaría que Obama hiciera campaña con él, a lo que respondió: “veremos cuál es la agenda del presidente y cuál es la mía”.
Y hace solo unos días Alison Grimes, candidata demócrata al Senado, rehusó decir durante una entrevista si votó por Obama en las elecciones de 2008 y 2012.
En los comicios del 4 de noviembre los demócratas se juegan mucho, dado que es muy improbable que recuperen la Cámara de Representantes, en manos republicanas, y está en riesgo la mayoría que ahora tienen en el Senado.
No ayuda a los demócratas el hecho de que la popularidad de Obama está en caída -en torno al 40%, según los últimos sondeos-, especialmente a raíz de las dos crisis a las que está haciendo frente: la llegada del ébola a EU y la campaña militar contra el grupo yihadista Estado Islámico en Irak y Siria.
Obama ha estado durante las últimas semanas “centrado” en esas dos “prioridades”, que “son mucho más importantes que la política”, defendió este martes en su rueda de prensa diaria el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.
El vocero evitó contestar a un periodista que le preguntó si Obama está “decepcionado” con los candidatos demócratas que se están “distanciando” de él para no perder votos.
El vocero también recordó que el presidente estará en un acto de campaña en Bridgeport con el gobernador de Connecticut, Dan Malloy, quien se juega la reelección en noviembre.
Además, Earnest dijo que Obama participará en otros actos de campaña más adelante, sin dar detalles, aunque se prevé que todos sean en estados tradicionalmente demócratas en los que ganó cómodamente en las presidenciales de 2012.
El acto de campaña con Malloy será el primero público al que asista, ya que hasta ahora el presidente solo se ha dejado ver en actividades de recaudación de fondos para candidatos demócratas que se han realizado a puerta cerrada.
Pese a las diferencias con 2008, cuando Obama se involucró mucho más activamente con los aspirantes demócratas antes de las legislativas, no es insólito lo que ocurre este año, según Brendan Doherty, profesor de Ciencias Políticas en la Academia Naval de EU.
Aunque Obama haya querido hacerse a un lado para no dañar a su partido, las encuestas muestran que los demócratas tienen otro problema añadido que les puede hacer perder el Senado: sus votantes están menos interesados por las elecciones legislativas que los simpatizantes republicanos.
Entre los votantes republicanos, 51% dice estar motivado ante los comicios, frente a 44% de los demócratas, de acuerdo con un sondeo reciente de la cadena NBC y The Wall Street Journal.
La historia tampoco favorece a los demócratas de cara a noviembre.
Tradicionalmente, el partido que controla la Casa Blanca pierde escaños en el Congreso en las elecciones legislativas cuando el presidente, como es el caso de Obama, está en su segundo mandato.