Por temor fundado a que la Comisión Federal de Incompetencia “les caiga en la maroma” y les aplique fuertes sanciones económicas por cometer prácticas monopólicas, especular con los productos que venden, fijar precios a su antojo y otras prácticas insanas en el mercado, hace un par de días la Canacintra, la Concamin, la ANTAD, ConMéxico, entre otros organismos, firmaron, “voluntariamente a fuerzas”, dicen los enterados, el Convenio de Concertación para la Mejora Continua de Prácticas Comerciales Competitivas.
El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, asistió como testigo, pero no perdió la oportunidad para decir que el acuerdo refleja el equilibrio y el balance de dos visiones: libertad comercial y asimetrías (ahora se les llama así a los abusos), y aclarar que “no está hecho para restringir libertades comerciales, pero sí para reconocer que existen asimetrías en el proceso de comercialización y que es necesario tener un esquema que las autorregule para poder definir su proceso”. Sin embargo, advirtió que está incentivado para evitar llegar a los garrotazos. Es decir, que a falta de acuerdos la autoridad se vea en la penosa necesidad de aplicar, a través de la vía legal, las soluciones definitivas.
El evento estuvo plagado de discursos demagógicos de algunos, no todos, dirigentes de los diversos organismos. Por ejemplo, el Presidente de la ANTAD, Vicente Yáñez, dijo que la autorregulación ratifica la libertad de las partes para negociar y con esta medida se reconoce y da cabida a la intensa competencia en los mercados de bienes y servicios en todas las regiones del país. La autorregulación persigue preservar la libertad comercial, la competitividad, la garantía de poder celebrar negociaciones comerciales rentables, “libertad, competitividad y certidumbre son condiciones indispensables para la inversión y creación de empleos”, subrayó. ¡Pa su mecha!, exclamaron algunos de los asistentes. Poco le faltó a Chente para decir que si los agremiados a ese organismo no hacían suyo el lema priista “línea, unidad y disciplina”, les iba a ir bastante mal. (Por cierto, fue notoria la ausencia de la representante de WalMart de México, por lo que algunos se preguntaron: ¿Será porque no quiso firmar el acuerdo?)
Siguiendo con la demagogia, el presidente de la Concamin, Francisco Funtanet, señaló que hoy ya se tiene un instrumento para regular la compra y venta de productos, la cual ayudará a las micro, pequeñas y medianas empresas porque va a promover las buenas prácticas comerciales. ¡Como por arte de magia, apá!
En su oportunidad el presidente de la Canacintra, Rodrigo Alpízar, declaró que “a las empresas adheridas al convenio les permitirá aumentar su competitividad, al operar en un entorno de trasparencia y eficiencia, en una sana convivencia entre proveedores y compradores, regida por buenas prácticas comerciales”. O sea que antes operaban en la opacidad, pensaría cualquiera. Enfatizó que con este instrumento las autoridades y el sector productivo abonan a mejorar el Estado de Derecho caracterizado por ser ágil y funcional con la realidad económica que vive México. ¡Ay, Rodrigo, cuánta demagogia!
A nombre de ConMéxico, Andrés Garza Herrera afirmó que con este acuerdo se sienta el precedente de lo que será una nueva etapa de la relación comercial entre los actores de la cadena productiva, proveedores de bienes y servicios finales; “este es un instrumento de autorregulación moderno, novedoso y dinámico, diseñado para un contexto comercial con las particularidades de nuestro país, que evita las desigualdades en las negociaciones entre compradores y vendedores”. ¿O sea que ahora los compradores van a tratar como iguales a los vendedores, cuando siempre han sido desiguales?
El único congruente y nada demagógico, fue el presidente del Consejo Nacional Agropecuario, Benjamín Grayeb, quien dijo que para su sector resulta fundamental lograr un buen entendimiento entre los diferentes eslabones que integran las cadenas productivas, por eso a los productores del campo les interesa ser proveedores de las grandes cadenas comerciales con la esperanza de lograr mejores condiciones en la comercialización de sus productos al prescindir de intermediarios que no aportan ningún valor.
La adhesión al Convenio no tiene ningún costo -ni tampoco los discursos demagógicos-, es un trámite muy sencillo y se puede realizar a través de internet. ¡Qué esperan, qué esperan!