Desde los Tuxtlas al sur del estado hasta Tuxpan al norte. Desde los 5,600 metros del Pico de Orizaba hasta los 4,200 metros del Cofre de Perote. Desde cada rincón de los 745 kilómetros de privilegiadísimo litoral jarocho. Desde el puerto siempre musical, Xalapa la cultural, Tajín la ceremonial, Coatzacoalcos la portuaria, Córdoba la histórica, Minatitlán la petrolera, Coatepec la cafetalera, Jalcomulco la rápida, Catemaco la mística, Xico la mágica, Papantla la voladora…, desde todos esos sitios hasta cada rincón veracruzano, la fiesta deportiva ha llegado y entrará por la por mucho tiempo denominada “puerta grande” de México.
Seis mil atletas de 31 países competirán durante dos semanas y media en 36 deportes a lo largo de Veracruz. Nueve sedes nuevas, dieciséis remodeladas o adaptadas, diez instalaciones de existencia temporal (por ejemplo, las de voleibol de playa, ciclismo de montaña, remo, maratón, vela), todas expectantes para este instante estelar.
Los Juegos Centroamericanos y del Caribe vuelven a México tras 24 años de ausencia. Es, de hecho, la segunda justa multideportiva más antigua, sólo superada por los Olímpicos, y nuestro país la recibe por cuarta vez –aunque, imprescindible aclararlo, por primera ocasión salen del Distrito Federal: ahí fue la edición inaugural en 1926, así como la séptima en 1954 y la décimo sexta en 1990.
Todos los deportes propuestos por el órgano que regula estos Juegos estarán en Veracruz 2014; de hecho, eso nunca había sucedido, pero incluso disciplinas como pelota vasca, hockey sobre hierba, rugby, boliche, racquetbol y golf, tendrán su pedazo de Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Los estadios erigidos en honor de las dos máximas glorias del deporte veracruzano, el “Pirata” Fuente y el Beto Ávila, serán punto medular. Puerta con puerta son vecinos, y a su alrededor se ha añadido el complejo deportivo Leyes de Reforma. En el “Pirata”, el Tricolor comandado por Erick Torres y Jonathan Epericueta. En el Ávila , a cuya entrada está la estatua del campeón de bateo de la Liga Americana en 1954 y primer figura latinoamericana en Grandes Ligas, México perseguirá algo jamás conseguido: ese oro en Centroamericanos y del Caribe tan difícil con rivales como Cuba, Venezuela o Panamá. A unos metros, la abanderada de nuestro país, Paola Longoria, impartirá lecciones como la mejor racquetbolista de la historia que es. Al otro costado, nuestros clavadistas deberán confirmar que somos una de las mayores potencias en esta especialidad (y tanto triunfo olímpico nos avala).
Pero no todo será en el Puerto. En Xalapa dos escenarios de los cuales quienes hayan sido asiduos ante esta sección, habrán ya leído mucho. El futurista velódromo, que tras los Juegos se transformará en World Trade Center de la capital veracruzana, y el neoclásico Heriberto Jara, con unas columnas sin parangón en el contexto de los estadios del planeta, más una peculiaridad de maravilloso recuerdo: que en esa misma pista toreó Cantinflas en la película “Carnaval del Trópico”.
Además, Coatzacoalcos en su moderno centro de convenciones albergará karate y halterofilia, así como en Tuxpan serán las competencias de remo, con un kilómetro cero muy simbólico para los competidores cubanos: que de ese preciso punto, inmortalizado por el museo de la amistad México-Cuba, partió el Granma con Fidel Castro y el “Che” Guevara para hacer la revolución en la isla. Como complemento, Córdoba, con la arena de usos múltiples que tendrá la actividad de voleibol.
En fin: el fuego nuevo que brotó en Teotihuacán iluminará este viernes un estadio que por carambolas del destino, se inauguró con fuego nuevo pero de Olimpia: ese Pirata Fuente que aprovechó la flama de los Olímpicos de México 68 para iniciar su historia y declarar su oficial apertura. Ese Pirata Fuente, hoy acondicionado y mejorado, desde cuyo pebetero se anunciará a cada resquicio del largo estado veracruzano, que los Juegos Centroamericanos y del Caribe están en casa.
A vivirlos. A disfrutarlos. A saborearlos. A sentirlos. A bailarlos. Cinco verbos que son sinónimo de Veracruz.