El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, quien acompañó al presidente Enrique Peña Nieto en su visita a China, sostuvo pláticas con los funcionarios de la empresa China Railway Construction Co, quien ganó la licitación -junto con otras compañías- del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, para tratar de explicarles lo inexplicable: Por qué el Presidente de la República le ordenó que se cancelara dicho fallo.
Según la información oficial, empezó diciéndoles a los chinos: fue una decisión que él mismo le propuso al Presidente de la República después de su participación en una reunión de trabajo extraordinaria en el Senado de la República, en donde integrantes de la Comisión de Comunicaciones y Transportes le manifestaron dudas que, desde el punto de vista de los legisladores, desacreditaban el fallo por supuestos favoritismos políticos.
Quienes leyeron esta versión y estuvieron presentes en la mencionada reunión, se quedaron perplejos porque no fue así. Y explican: En plena lectura de un texto, Ruiz Esparza recibió un mensaje por su celular; lo leyó y no sólo le cambio el semblante sino empezó a decir puras incoherencias. Terminado el evento, se fue rápidamente a Los Pinos, en donde le confirmaron la decisión del Presidente de la República, según los informantes.
Siguiendo con la explicación a los funcionarios de la empresa China Railway Construction Co, Ruiz Esparza les dijo que su propuesta “fue muy buena, toda vez que cumplió todos los requisitos técnicos, económicos y legales”. ¿Y entonces “pol qué nos dielon cuello”?, preguntaron los chinos. Bueno, era la mejor solución para el proyecto, les dijo Gerardo, quien espera que con ello las dudas e inquietudes se diluyan. Confió en que exista una nueva propuesta del consorcio chino, aunque no les dijo qué ocurrirá si vuelven a ganar.
Como dijimos en este espacio hace unos días: EPN soltó a los demonios cuando decidió darle p’atrás a los chinos, y por supuesto que no será Gerardo Ruiz Esparza el “colaborador” que le ayude a volver a encerrar a los chamucos, porque a lo mejor cuando regresen de China ya no va a estar en el puesto. ¡No la amuelen!, podría responder Alfredo Del Mazo. ¡Rásquenle, rásquenle…!, sugieren los sospechosistas.
Por otro lado, “haiga sido de quien haiga sido” la decisión de darle cuello a los chinos el asunto generó cierta preocupación entre la larga fila de inversionistas extranjeros interesados en venir a México para participar en diversos proyectos de infraestructura y de otro tipo. A ver cuántas empresas le entran a las licitaciones futuras en el tema energético…
AGENDA PREVIA
En el asunto de la intervención de Ficrea por parte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores por algunas irregularidades y posibles operaciones de lavado de dinero, los analistas bisoños insisten en preguntar: ¿Por qué la autoridad regulatoria tardó varios años en descubrir las “conductas” perversas y probablemente ilícitas de los dueños del negocio? Si como confiesan los funcionarios de la institución, ya tenían “identificados serios problemas regulatorios detectados durante diversas visitas de inspección en materia financiera, operativa y de riesgos, y de evaluación sobre el cumplimiento en materia de prevención de lavado de dinero…” ¿Por qué permitieron que siguieran ilusionando a los ahorradores e inversionistas prometiéndoles intereses tres veces mayores que la tasa de Cetes?¿No le llamó la atención a la autoridad reguladora que en un año el crecimiento de sus activos pasara de mil 610 millones de pesos a más de 5 mil millones? ¿Cómo es posible que siendo la segunda Sofipo más grande en materia de activos no le pusieron la atención debida?
Obviamente, el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y sus colaboradores no tienen respuesta para esa y otras interrogantes. Lo que sí tienen es el cinismo de afirmar que con intervenciones como la de Ficrea, las autoridades financieras reafirman el compromiso inquebrantable del Gobierno de la República de supervisar, vigilar y sancionar cualquier falta a la normativa aplicable, con el fin de inhibir conductas infractoras por parte de las entidades financieras, así como de las personas físicas que pudiesen afectar los intereses del público en general. ¡Ni la burla perdonan!
Los ahorradores e inversionistas afectados reclaman: ¡Pues no que no nos iban a volver a saquear!