LISBOA. El ex primer ministro portugués José Sócrates ya ha pasado dos noches en dependencias policiales y dos días en el Tribunal, donde está llamado a declarar como sospechoso de corrupción, junto a los otros tres detenidos por la misma causa.
Aunque el sábado estuvo más de cinco horas en la sede del Tribunal Central de Instrucción Criminal y ayer se encontraba allí desde primera hora de la mañana, el mutismo sigue siendo la nota dominante en torno a su interrogatorio judicial.
Su abogado, João Araújo, no ha querido comentar nada a la entrada del Campus de la Justicia, un lugar en el que ya había estado el ex jefe del Gobierno luso hace años, cuando fue el encargado de inaugurarlo, tal y como puede verse en un placa conmemorativa del acto.
Aunque la fiscalía no ha ofrecido datos se ha revelado que se le acusa de la compra de un departamento en París por el que pagó más de tres millones de euros (54 millones de pesos), difíciles de justificar dados sus magros ingresos económicos declarados.
Algunos medios apuntan que los investigadores de este caso sospechan que el ex primer ministro sabía lo que iba a ocurrir y estaba informado de las otras detenciones, registradas el jueves, porque había retrasado su vuelo de regreso a Lisboa en dos ocasiones.
Añaden que el hecho de que haya regresado voluntariamente puede ser considerado un atenuante por el juez.
Los otros tres detenidos son un empresario y amigo de la infancia de Sócrates, que actuaría como testaferro del político, su chofer y un abogado.
Es un caso que ha provocado una gran conmoción en el país porque se trata del primer ex jefe del Gobierno detenido por delitos de corrupción, pero para muchos no ha sido tan sorprendente.
De hecho, el nombre del político socialista había salido en varios escándalos precedentes -el caso inmobiliario Freeport o los de corrupción “Face Oculta” y Montebranco -, aunque nunca hasta ahora había sido “oficialmente” sospechoso.
Las reacciones políticas a su situación siguen siendo de mucha prudencia y cautela, aunque todos coinciden en que este escándalo puede tener repercusiones en las elecciones legislativas del próximo año y, sobre todo, en el Partido Socialista (PS), que estrena nuevo líder en medio de todo esto.
Las sospechas surgieron tras detectarse transferencias bancarias muy elevadas en su cuenta corriente y la de su madre, movimientos de dinero “sin justificación conocida y legalmente admisible”, según la Fiscalía General de la República.
En la sombra de la duda
José Sócrates, dirigente socialista de 57 años, se ha visto cuestionado, entre otros, por el caso inmobiliario Freeport, por la dudosa obtención de su título de ingeniero en una universidad privada y por su relación con condenados en el caso de corrupción “Face Oculta (Cara Oculta)”.
El del centro comercial Freeport, iniciado por una denuncia anónima en 2004, fue el que le dio mayores dolores de cabeza a Sócrates, que atribuyó su vinculación en este caso a una cacería política y a los “poderes ocultos”. Las licencias de construcción de este centro a las afueras de Lisboa estuvieron bajo investigación por irregularidades de concesión.
Después de años de investigación, se acabó por dar carpetazo al asunto sin que, ni siquiera, el dirigente socialista compareciese ante la Justicia.
El título de ingeniero civil que obtuvo en los años 90 en la Universidad Independiente (UnI) fue otro asunto peliagudo en sus años de Gobierno (2005-2011).
La propia institución, de carácter privado, tuvo incluso que ser cerrada en 2007 por el Gobierno de Sócrates por una crisis de denuncias de corrupción y enfrentamientos entre directivos, que acabó con dos de ellos en prisión preventiva.
Su nombre también circuló en el escándalo “Face Oculta”, que implicó a 36 acusados por una red de tráfico de influencias, fraude, corrupción y blanqueo de dinero, entre ellos a Armando Vara, amigo de Sócrates y exministro del Gobierno de António Guterres (1995-2002).
En la investigación del caso se interceptaron cinco conversaciones telefónicas y 26 mensajes de texto entre Vara y Sócrates.