La noticia que ha recorrido como pólvora en el medio del boxeo es que Manny Pacquiao y Floyd Mayweather Jr. finalmente podrían enfrentarse en la pelea con la bolsa más grande de la historia, con ganancias de 80 millones de dólares para el filipino y 100 millones de dólares para el estadounidense, que se ha pasado cinco años rehuyendo el combate.

 

“Creo que es hora de decir algo”, dijo Pacquiao el domingo, luego de superar a Chris Algieri en Macao. “Los espectadores merecen esa pelea. Es momento de realizar esa pelea”.

 

Desde luego, el que eso suceda en realidad depende de que Mayweather estampe su firma. Y durante la mayor parte de los últimos cinco años, el estadounidense ha dado una excusa tras otra para no realizar la única pelea que los fanáticos realmente quieren ver.

 

Ha manifestado sospechas de que Pacquiao utilizaba esteroides, y se rehusó a negociar con su promotor. Cuando Pacquiao fue noqueado por el mexicano Juan Manuel Márquez, Mayweather dijo que no valía la pena tomarse el tiempo de siquiera mencionar el nombre del filipino.

 

La pelea sin embargo, luce muy desfavorable para Pacquiao. Según los cánones del boxeo, un peleador que sube de categoría pierde potencia de nocaut y normalmente será derrotado por un púgil de su misma calidad, pero cuyo peso natural sea más cercano a la categoría en la que se enfrenten. Pacquiao era un peso mosca cuando comenzó su carrera, mientras que Mayweather comenzó tres divisiones arriba, como súper pluma. Esa es la razón por la que Pacquiao no ha conseguido un nocaut en los últimos cinco años.