En la casona de Xicotencatl, antigua sede del Senado, durante la sesión solemne que se celebró (con dos meses de retraso) para distinguir al poeta y escritor Eraclio Zepeda Ramos con la medalla Belisario Domínguez, el chiapaneco aprovechó para hacer un llamado a la reconciliación nacional, al declarar que “nuestro héroe, don Belisario Domínguez, en tiempos violentos eligió en primera instancia la denuncia en la Tribuna, la discusión y la palabra: ese es el camino. Fortalecer las leyes de la democracia, exigir su cumplimiento”.

 

Al recibir el máximo galardón que otorga el Senado, el escritor manifestó que “los ciudadanos que buscamos el orden, la paz y la justicia, (si)coincidimos con acciones del gobierno también hay que manifestarlo”.

 

El evento comenzó con la llegada del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, quien con un abrazo que no sobrepasó los tres segundos, saludó y felicitó al homenajeado, hizo lo propio con el resto de los invitados y se sentó a la derecha del presidente del Senado, Miguel Barbosa Huerta. Tras la llegada del mandatario, la secretaria de la Mesa Directiva del Senado, Adriana Díaz Lizama,  abrió la sesión dando lectura al emblemático discurso contra Victoriano Huerta, que le costó la vida al senador chiapaneco Belisario Domínguez, cuyo nombre se preserva en la medalla dorada, misma que se entrega año con año a personas ilustres de nuestro país y cuyo metal estampa la frase “Ennobleció a la Patria”.

 

Este año, fue Eraclio Zepeda Ramos quien fue reconocido por ennoblecer a la patria. A sus 77 años, Laco, a quien el premio nobel de literatura Octavio Paz describió como “una montaña que si se reía, la casa temblaba; que si quedaba quieto, veía nubes en su cabeza”, dejó antes de la sesión su tanque de oxígeno, entro al Pleno, escuchó atento el discurso de Belisario e inclinó el cuello, en el que Barbosa Huerta colgó la condecoración, con el presidente Peña Nieto como testigo.

 

Entonces, el poeta y escritor, quien también ha destacado por su lucha en defensa de los derechos de las comunidades indígenas, al igual que lo hizo su paisano hace un siglo, subió a tribuna, habló sobre la crisis social que hoy padece el país y aprovechó para soltar una exigencia: “A todo el Poder Ejecutivo, con el señor Presidente a la cabeza, exigimos transparencia en sus decisiones; oídos atentos a la opinión popular; protección a la convivencia nacional; combate a la ilegalidad y la corrupción, en todos los niveles”, pronunció.

 

Se refirió además a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y, aunque lamentó los hechos, condenó las manifestaciones violentas de las últimas semanas. “Es dolorosa e inaceptable la desaparición de los jóvenes normalistas (…) Por grande que sea el dolor, el crimen no se combate con más crimen. La arbitrariedad, la violencia, la destrucción de instituciones y propiedades de particulares y el acoso de los trabajadores y la ley, al grado de poner en peligro su propia integridad, es inaceptable”.

 

Tras su discurso, Eraclio Zepeda Ramos;  el presidente  Enrique Peña Nieto los mandatarios de Chiapas, Manuel Velasco, y del DF, Miguel Mancera así como los líderes parlamentarios,  Emilio Gamboa (PRI), Jorge Luis Preciado (PAN), y el mismo Barbosa Huerta, montaron una guardia de honor en el patio de la vieja casona de Xicotencatl, al pie de la estatua de Belisario Domínguez.