NAIROBI. Los ataques de este fin de semana en el noreste de Nigeria, perpetrados por menores y que han causado 32 muertos, son otra muestra de la brutalidad y la adaptabilidad del grupo islamista Boko Haram, que cada vez pone en práctica una gama más amplia de recursos para aterrorizar a la población.

 

Dado que se trata de una estrategia relativamente reciente, es complicado saber los motivos por los que Boko Haram ha comenzado a utilizar a niñas para realizar atentados.

 

Desde el pasado mes de junio ha habido al menos ocho ataques de estas características, con un balance total de 58 muertos, incluidas nueve chicas y una mujer que provocaron el atentado, y una creciente sensación de inseguridad en mercados y otros lugares públicos, ya que ahora todas las niñas son vistas con suspicacia.

 

Algunos expertos consideran que el uso de suicidas es una especie de último cartucho que los grupos terroristas utilizan cuando están en una situación desesperada. En cualquier caso, los recientes ataques suicidas vendrían a confirmar las sospechas de la inteligencia nigeriana, que desde un comienzo aseguró que Boko Haram había establecido un ala femenina dentro del grupo para captar a niñas huérfanas o que mendigan en la calle con el objetivo de convertirlas en mártires.