Podemos no es un partido de izquierda ni de derecha, es un grupúsculo de la política emocional que asimila y reacciona ante el declive del bipartidismo español.
La política también es un emoticón; una aplicación con la que se puede descargar esperanza al oído para simular salir de la penumbra; un smart party que emerge de la era de Steve Jobs; la selfie del sí se puede combatir a los destructores del pasado.
España internacionalizó el movimiento de los Indignados porque el desasosiego generacional quedó plasmado en la imposibilidad de cubrir las deudas hipotecarias. Las cohortes JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados) no pueden mejorar el estilo de vida que tuvieron en su momento sus padres pero sí pueden mostrar su repudio a los partidos políticos que gobernaron a sus antecesores: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP, antes Alianza Popular –AP– y un poquito antes, la dictadura franquista).
Podemos es algo más que un partido político, es un sinónimo de hartazgo en contra de la “casta”. En la “casta” caben lo mismo políticos que banqueros o inclusive futbolistas. Sandro Rosell manipuló las cifras de euros con los que compró la carta de Neymar y abandonó la presidencia del equipo FC Barcelona por la puerta de atrás. El Barcelona, que no hace muchos meses dejó de ser el mejor equipo del mundo, no escapó de la casta.
Mariano Rajoy le escribió un WhatsApp a Luis Bárcenas para animarlo, sabiendo que el tesorero del PP durante varios años había gestionado una contabilidad b (entiéndase: blanqueo de dinero) y en la que, según la voz del propio Bárcenas recogida por el periódico El Mundo, el propio Rajoy se benefició de un dinerito extra en sus tiempos de la presidencia del partido.
Pablo Iglesias (líder de Podemos) se regodea de la corrupción del PSOE en Andalucía con el caso ERE, mejor conocido como EREgate o Caso del fondo de reptiles que no es otra cosa que la detección de prejubilaciones fraudulentas.
Podemos florece durante el ostracismo del monarca Juan Carlos que un mal día se fracturó la cadera en África llevando elefantes al paredón en las horas más bajas de la tragedia de las hipotecas. Iñaki y Cristina o Cristina e Iñaki articularon la trama Nóos para rentabilizar la marca Juan Carlos.
Pablo Iglesias se nutre de los errores de la casta. Ahí tenemos al molt honorable senyor Jordi Pujol, quien durante 23 años gobernó a la Cataluña olímpica llevando (junto a Pasqual Maragall) a Barcelona al mundo, convirtiéndose en el icono de la política nacionalista de Cataluña, ahora, ha pasado a formar parte de la casta. La presión soberanista que salió del control del presidente Artur Mas arrojó una externalidad negativa (para Pujol y el partido gobernante, CiU, Convèrgencia i Unió): el molt honorable reconoció una herencia que su padre no le dejó a él, sino a su esposa e hijos. El pasado martes, frente a los juzgados corrigió, no es herencia, es un guardadito.
Y así nació Podemos, en medio de las tasas de desempleo insostenibles para los jóvenes; siendo un partido monotemático: contra la casta; e hipertuiteado.
Felipe González y José María Aznar fueron los dos últimos nombres de marca del bipartidismo; Zapatero fue jubilado por la bomba financiera que le estalló mientras que Rajoy mantiene vigente su obsesión por no solucionar el problema soberanista de Cataluña.
El actual presidente ya sufrió su primera gran derrota a costa de Podemos en mayo pasado durante las parlamentarias europeas. Ahora, Podemos no sólo va por el PP y PSOE, también amenaza con desinflar a CiU y a los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Podemos, el emoticón o, si se prefiere, la aplicación con mayor número de descargas.