La diplomacia es un arte que no se aprende por correspondencia, y tanto el inexperto canciller José Antonio Meade como su jefe, así como el grupo de asesores que rodean a ambos, no midieron las consecuencias de reaccionar tan rápido y tan mal ante los dichos del papa Francisco.
Para empezar, el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores llamó a cuentas al nuncio apostólico -embajador- de El Vaticano, Christopher Pierre, y envió una nota de protesta a la Santa Sede, para que no se “estigmatizara” a México, sin tomar en cuenta que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana es la institución más antigua de la humanidad, con 20 siglos a cuestas y que algo habrá aprendido de los artilugios de la diplomacia.
Los verdaderos diplomáticos preguntan: ¿Por qué el canciller no envió primero a nuestro embajador en el Vaticano, el colombófilo Marianito Palacios Alcocer, a entrevistarse, con una paloma en mano, con el mismísimo Papa?. Fue hasta ayer martes, cuando Marianito se entrevistó con el subsecretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, Antoine Camilleri, quien, dijo la Cancillería, dio respuesta a la nota presentada de la representación diplomática mexicana.
Y según la información de la Cancillería, el funcionario vaticano señaló que el papa Francisco deja constancia de su seria preocupación por el escalamiento que, sobre un documento privado, se ha dado a conocer en diversos medios de comunicación, donde utiliza expresiones como la “mexicanización”, en alusión al combate que en distintos países de Latinoamérica se viene haciendo al narcotráfico y al crimen organizado. La Santa Sede considera que el término “mexicanización” de ninguna manera tendría una intención estigmatizante hacia el pueblo de México y, menos aún, podría considerarse una opinión política en detrimento de una nación que viene realizando un esfuerzo serio por erradicar la violencia y las causas sociales que la originan. ¡O sea que lo que externó el Papa en privado sobre México, el subsecretario Camilleri lo anunció urbi et orbi!
Antes de que la Santa Sede “aclarara” los comentarios del papa Francisco sobre México, como primera reacción del Estado Vaticano, un cardenal recientemente designado por el pontífice se encargó de darle una lección de serenidad y paciencia al acelerado y novato “Pepe Toño”. Fue el cardenal arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, quien ironizó al respecto: “El Papa tiene algunas expresiones muy atrevidas y muy picosas en cierto sentido”.
Hay que decir, por último, que lo más grave no es el incidente en sí mismo, que no pasará del envío de la nota de protesta. Lo peor será el rebote inevitable que tendrá el asunto en el ánimo y la actitud de millones de fieles católicos mexicanos que no le perdonarán al Presidente haberse puesto a las patadas con Sansón…
Y a fin de cuentas, se vale preguntar: ¿dijo alguna mentira el papa Francisco?
Por lo pronto, José Antonio Meade quedó atrapado en el centro de una historia sin fin, de la que saldrá muy mal librado. Un capítulo más de ese melodrama llegó cuando los insaciables reporteros preguntaron al titular si existe distanciamiento entre México y El Vaticano. Dijo el canciller, muy orondo: “No hay ninguno”.
¿Qué no hay distanciamiento con El Vaticano? Eso cree el ingenuo “diplomático” Pepe Toño.
¡Con la Iglesia has topado, Sancho amigo!
AGENDA PREVIA
Los coordinadores de los grupos parlamentarios de las tres principales fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD) Manlio Fabio Beltrones, Ricardo Anaya Cortés y Miguel Alonso Raya, respectivamente, para quienes lo hayan olvidado, informaron que esta misma semana habrán de darle vida en la Cámara de Diputados, al Sistema Nacional Anticorrupción. No ha sido fácil trabajar sobre el nuevo ente, coincidieron en señalar. ¿Habrán encontrado un buen manicurista?, preguntan los curiosos.