Si las últimas encuestas colocan al Partido Verde como la potencial tercera fuerza política del país por encima del fracturado PRD y el caudillesco Partido AMLO, en los cuadros de análisis se localiza al estado de Chiapas como el punto de referencia de los comportamientos de ese partido en el ejercicio del poder.

 

Ahí se asume también el papel pivote del PVEM en el nuevo sistema nacional anticorrupción que se debate en el Congreso. De todos los estados de la república, el de Chiapas ha ido adelantando algunos de los puntos más sensibles de la reforma para combatir la corrupción de recursos públicos. Sobre todo, la dotación a la Auditoría Superior de la Federación de mayores facultades para supervisar en tiempo real el uso de recursos federales y no esperar plazos de hasta dos o tres años.

 

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La gubernatura de Chiapas que ganó el Partido Verde en alianza con el PRI -y no al revés- se está convirtiendo en el principal promotor del partido a nivel nacional, a diferencia de los casos de ineficacia o corrupción que encaran los gobiernos estatales promovidos por el PAN o el PRD. La gestión de Chiapas se dificultó por la presencia activa del EZLN y el problema indígena, pero el tema se diluyó al eludirse la confrontación.

 

Lo mismo ha ocurrido con la educación: en Chiapas nació la coordinadora disidente del SNTE y durante años las movilizaciones magisteriales pasaban por ese estado; sin embargo, las secciones más activas son las de Guerrero y sobre todo Oaxaca en una muestra de que la CNTE perdió el espacio nacional y se redujo a plazas estatales donde de carece de gobiernos fuertes.

 

En este escenario, el gobernador ecologista de Chiapas, Manuel Velasco, está apareciendo en todos los radares políticos por el papel detonador del activismo del Partido Verde a nivel nacional. La gestión política chiapaneca estaría impulsando al PVEM a mejores situaciones de ventajas electorales, sin las estridencias del lopezobradorismo ni la compra de imágenes falsificadas como Convergencia.

 

A dos años de distancia, el gobierno verde en Chiapas se ha colocado entre los más importantes en el escenario político nacional, aunque con la decisión del gobernador Velasco de no comprar proyectos de presencia nacional sino a partir de decisiones estatales. El rezago de pobreza, marginación y deterioro social de Chiapas aún no se resuelve pero no se ha profundizado más, en comparación con Guerrero y Chiapas, donde la inestabilidad gubernamental estatal ha deteriorado la situación social. En el pasado, la pobreza empujaba a los marginados a la guerrilla y hoy los canaliza al crimen organizado o al anarquismo violento.

 

La crisis política del sistema de partidos ha beneficiado tangencialmente a Chiapas: Velasco ganó las elecciones de gobernador en el 2012 con un revelador casi 70% de los votos, frente a un sector progresista dividido por el PRD, López Obrador y Movimiento Ciudadano y a un casi inexistente PAN. Las elecciones federales y municipales de junio próximo van a reflejar la crisis de los partidos y el fortalecimiento del Verde empujando las cifras del partido a nivel nacional.

 

De ahí que Velasco se esté colocando como la figura más importante dentro de los liderazgos del Partido Verde para los años que vienen porque la competencia presidencial en el 2018 estará sobrecalentada por la tercera candidatura de López Obrador, la calentura de Marcelo Ebrard y las divisiones en el PAN.

 

En este escenario es en el que Chiapas y la gestión de Velasco como gobernador del PVEM estarían jalando la atención política a los escenarios electorales del corto plazo, a condición de que el Verde tenga en Chiapas un mejoramiento en sus cifras electorales. Y por como se ve el escenario local, en el PVEM ven en Chiapas un detonador de la atención nacional a los saldos de gobierno estatal.