Una masa de magma arrojada por el volcán Xitle (2000 años a.C.), dio origen a este “páramo pétreo” – nombrado por los mexicas Texcallan o paraje de rocas- de casi 15 Km. de largo, que cubrió 80 km2 con una capa de más de 10 metros de espesor.

 

El “Parque Residencial Jardines del Pedregal de San Ángel”, o Pedregal de San Ángel, como lo conocemos hoy, es el fraccionamiento que nació cuando el Arquitecto Luis Barragán adquirió y emprendió una operación de “paisaje inmobiliario” sin precedentes en el terreno que hoy ocupa, entre 1945 y 1952. Las obras del Pedregal iniciaron en 1947.

 

El descubrimiento -en términos de “aprender a ver el paisaje”-  de lava petrificada y tierras pedregosas, como una posibilidad de forma de vida exaltada por la belleza de la naturaleza en la periferia de la Ciudad de México, hasta hoy persiste. Con muchísimo publicado en relación a este (aún) fascinante lugar – libros y tesis doctorales de importantes universidades de todo el mundo-, a la distancia llama la atención la evolución que ha tenido el fraccionamiento tanto en su arquitectura como en su diseño urbano, sobre todo si caemos en la cuenta de que se trata de un sitio patrimonial único, y en riesgo:

 

Barragán diseñó, con la colaboración del Arq. Carlos Conteras (muy destacado impulsor del urbanismo en nuestro País) un primer plan maestro “ciudad-jardín”, que en términos muy generales salvaguardaba el ecosistema (de valor) con una densidad muy baja en terrenos de 2,000 a 10,000 mts2, que posteriormente se redujeron a lotes de 1,000 hasta 5,000mts2. Aquí Barragán realizó extraordinarias obras de paisaje tales como las Plazas de Acceso (la del “animal del pedregal” de Mathias Goeritz que se conserva bien, y la de la calle de Fuego que, aunque desapareció tristemente, se antoja muy recuperable…), la Plaza Las Fuentes, parques y jardines de muestra (como el jardín Teololco, abandonado), y la Plaza El Cigarro, de la que solo queda el cilindro vertical, y que es de las pocas esculturas que se conservan de Barragán. Toda esta obra exterior en su conjunto fue concebida como escenario de la mejor arquitectura moderna de la época. Aquí, sorprende que las primeras casas que allí se construyeron por el propio Barragán con Max Cetto terminadas entre 1950 y 51 –Casa Muestra Av. de las Fuentes 130, Casa Muestra 140 y Casa Prieto López en Av. de las Fuentes 180-, son del mismo “vocabulario”, por así decirlo, que la casa del propio arquitecto en Tacubaya –muy adelantadas para la época-. Barragán se retira del Pedregal en 1952, dejando listo el lugar para recibir a un notable grupo de arquitectos, que entendieron al lugar como oportunidad de exaltar a la naturaleza tal y como él se lo propuso, pero con distintos enfoques. Hoy resulta imposible imaginar nuestra arquitectura sin el capítulo del Pedregal de San Ángel. Además de Barragán y Cetto, de Francisco Artigas, de Antonio Attolini Lack y de José María Buendía –a los que más se asocia con el Pedregal por la conservación de sus obras- destacaron muchísimas casas de magníficos arquitectos que generaron un importante patrimonio arquitectónico, del que hoy queda muy poco, lamentablemente.

 

El actual diagnóstico, sobradamente conocido, corresponde a una realidad que poco tiene que ver con lo que imaginó Barragán en los años 40’s, sobre todo en lo que toca a la sobrepoblación de casas o de escuelas, y por la tanto de habitantes y de automóviles en términos de lo conceptuado originalmente.

 

Si consideramos que en estos asuntos “no hay reversa”, afortunadamente ya se ha actuado en lo relativo a la densidad y al uso del suelo (el pasado noviembre se anunció el inicio de los trabajos para un Plan Parcial Jardines del Pedregal). Queda revisar lo que toca a la salvaguarda del patrimonio urbano y arquitectónico, de lo que aún queda. Verlo en términos de espacio público sostenible (de valor patrimonial en este caso) debe garantizar un mejor futuro o salvaguarda del fraccionamiento: calles, banquetas, mobiliario urbano, además de las plazas y jardines de autor.

 

Barragán dijo en alguna ocasión: “no hagan lo que yo hice, vean lo que yo vi”. Desde el sur de la ciudad, he tenido la suerte de encontrar a mucha gente altamente concientizada y motivada por la salvaguarda del patrimonio urbano del Pedregal, en virtud de la salvaguarda de su patrimonio particular, unifamiliar, de vida. Aquí nuestro granito de “roca volcánica” para sumar en esta dirección.

 

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