A diferencia de otras películas sobre infectados e infecciones donde lo que reina es el caos y la conspiración gubernamental (desde el ya clásico apocalipsis zombie de Danny Boyle en 28 Days Later, hasta la palomera pero entretenida Outbreak de Wolfgang Petersen), Contagio resulta en un cuidadoso, aséptico y tal vez demasiado controlado thriller sobre una situación que -irónicamente- se sale de control rápidamente.
Esto no quiere decir que la cinta carezca de emoción, al contrario, Contagio se mueve al ritmo del tic-tac de una bomba de tiempo cuyo reloj pronto llegará a cero de una forma precisa y angustiante.
Soderbergh no se anda por las ramas y va directo al grano: la pantalla en negros, escuchamos a una persona toser; Gwyneth Paltrow sale a escena, visiblemente enferma, con los ojos llorosos, en el bar de un aeropuerto y hablando por teléfono: “¿Estás bien?”, preguntan del otro lado del auricular, “Si, es sólo un resfriado”.
Rápidamente, la cinta nos hace consiente de cuán peligroso puede ser el contacto humano en una situación de pandemia: Paltrow come cacahuates de un frasco que está disponible para quien lo desee en la barra del bar, paga la cuenta dándole una tarjeta a la mesera quien pasa sus dedos en una pantalla touch. Si, el virus está ahí, en las manos, en la piel, viajando mediante todo lo que tocamos, contagiándose en cada saludo o abrazo que damos.
Un título en la pantalla dice “Día 2”, y es que al director no le interesa contarnos el inicio de esta historia, no le interesa que hagamos empatía con los personajes ni que conozcamos sus nombres antes de verlos morir, no importa: todos al final somos una estadística.
El ritmo se incrementa tanto como los contagios: en un rápido montaje vemos a personas de diferentes países con los mismos síntomas: tos, calor, fiebre, mareos, pérdida de la conciencia, muerte. No han pasado ni dos minutos de la cinta y el público en el cine comienza a pensar “¿qué tan limpia estará la butaca donde estoy sentado?”. Ese es el tipo de paranoia que esta cinta contagia con gran efectividad a quien la ve.
La trama de Contagio (y este es probablemente su mayor defecto), no se mueve tanto entre personas como entre instituciones. Rápidamente vemos como toda suerte de instancias gubernamentales, mundiales y locales, comienzan a trabajar en el rastreo del virus y su estudio para encontrar una vacuna; tarea que no es fácil, toda vez que ellos (como nosotros) no son inmunes al virus… ni al miedo.
No esperen la clásica película de desastres, en Contagio no hay héroes o villanos ni escenas de acción imposible. Se trata de una película sumamente realista, contada con un ritmo inquietante, sobre una crisis que no nos es ajena (recuerden el H1N1); tal vez por ello la cinta resulta aún más perturbadora: no sólo muestra cuán frágil es la vida humana, además sabemos que en cualquier momento lo que se ve en pantalla podría volverse realidad.
Paranoicos e hipocondriacos, favor de abstenerse.
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