PANAMÁ. El regreso de Cuba a los reflectores mediáticos globales acarrea el conflicto de los consensos. Los jaloneos entre Estados Unidos con Venezuela no ayudan a funcionarios del país anfitrión, Panamá, a negociar puntos de acuerdo. Así que lo mejor será olvidarse de fotografías donde todos los mandatarios muestren documentos al aire como si fueran medallas o trofeos.

 

La canciller y vicepresidenta de Panamá, Isabel de Saint Malo confirmó que no dará a conocer públicamente los acuerdos: “Panamá está considerando remitirlos a los organismos internacionales que apoyan el proceso de cumbres para que contribuyan al debate regional sobre Prosperidad con Equidad”, lema y principal objetivo de la Cumbre, explicó Saint Malo en una entrevista.

 

El riesgo de falta de consenso en los matices políticos, “principalmente en el preámbulo” de los “acuerdos de carácter técnico” ya alcanzados, ha hecho considerar a Panamá, como anfitrión de la Cumbre, proceder de esta manera.

 

La cumbre, por tanto, culminará con “una declaración institucional del presidente de Panamá, Juan Carlos Varela”, adelantó de Saint Malo.

 

La canciller de Panamá explicó que esos acuerdos o mandatos ya pactados, y en los que “hay consenso en un 95 por ciento y salvo en el preámbulo”, tampoco serán sometidos a la discusión en la reunión de cancilleres previa a la de Jefes de Estado, el viernes y sábado próximos.

 

“No hemos encontrado consenso en el preámbulo; hubo una propuesta de preámbulo que tiene connotaciones un poco más políticas y sobre ese preámbulo no ha habido consenso”, precisó.

 

En cuanto a las tensiones regionales, la vicepresidenta y canciller reveló que el gobierno de su país “ha tenido conversaciones con el gobierno venezolano y con el gobierno de Estados Unidos también, ofreciendo la disposición de Panamá de contribuir el diálogo entre ambas partes” en el marco de la VII Cumbre de las Américas.

 

La Cumbre es de Cuba

 

Arropada por muchos de los países que le dieron la espalda tras la revolución hace cinco décadas, Cuba asistirá por primera vez a una Cumbre de las Américas.

 

Pero no será el regreso sin tropiezos esperado por muchos, luego de un enfrentamiento producido el mes pasado entre el principal aliado ideológico de la isla, Venezuela y Estados Unidos, la potencia con la que Cuba comenzó un proceso de normalización de relaciones.

 

El propio presidente Nicolás Maduro planea entregarle millones de firmas a Barack Obama de personas que le piden que revoque las sanciones en contra de una media docena de altos funcionarios del gobierno del país petrolero y la declaratoria por parte de Washington de que Venezuela era un peligro para su seguridad nacional, lenguaje que normalmente es usado al decretar este tipo de sanciones.

 

“La presencia de Cuba resalta los cambios ocurridos en América Latina desde la elección de mandatarios… dispuestos a implementar una política exterior independiente a la que impone Washington”, dijo el académico venezolano-estadunidense, Miguel Tinker-Salas, profesor de Estudios Latinoamericanos del Pomona College, en Claremont, California.

 

Para Tinker-Salas la asistencia de Cuba a la Cumbre marcará el “fin de un discurso y una política fundada en la Guerra Fría”, pero no significará que Washington haya abandonado su política económica o militar hacia América Latina.