La investigación sobre la autenticidad de los restos de la Décima Musa está terminada “hasta que la ciencia avance y pueda desarrollar el método que disipe las mínimas dudas que prevalecen al respecto”, señaló la rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), Carmen Beatriz López-Portillo Romano.

 

En el marco de la presentación del programa con el que la UCSJ conmemorará 320 años de la muerte de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), López-Portillo aseveró que a la fecha, “existe el 99% de seguridad sobre la autenticidad de los restos que tenemos como pertenecientes a la escritora y monja jerónima”.

 

El 17 de abril de 1695 a las cuatro de la mañana, en una de las celdas del convento que hoy es la Universidad, murió Sor Juana. Tenía 46 años. “Para nosotros la investigación terminó, y desde mi personal punto de vista, sí son los restos de Sor Juana, tanto por los datos físicos como culturales”.

 

De vuelta a San Jerónimo, su claustro

 

Luego de que especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) consolidaran cerca de 200 huesos que se conservan de la osamenta atribuida a Sor Juana, sus restos volverán a reposar en el Ex Templo de San Jerónimo, en el Centro Histórico.

 

La ceremonia, que se llevará a cabo el próximo viernes en el marco del 320 aniversario luctuoso de la Décima Musa, también servirá para rendir homenaje póstumo a los antropólogos físicos Arturo Romano Pacheco (1921- 2015) y María Teresa Jaén (1933-2014), quienes identificaron la osamenta en la década de los 70.

 

Josefina Bautista, antropóloga física del INAH, explicó que la atención de los restos óseos estuvo apoyada por cuatro jóvenes colegas más y por la restauradora perito Luisa María Mainou, adscrita a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del Instituto.

 

La identificación de estos restos se dio con base tanto en evidencias de tipo arqueológico como en el propio estudio de todo el esqueleto, “especialmente del cráneo, a través de la aplicación de técnicas de antropología forense”, detalló.

 

El hallazgo y su rescate

 

Los restos atribuidos a Sor Juana fueron descubiertos por el antropólogo físico Arturo Romano Pacheco (1921-2015), en colaboración con la doctora Teresa Jaen (1933-2014).

 

“Él dirigió en 1974 los trabajos de excavación en la iglesia del ex Convento de San Jerónimo, hoy Universidad del Claustro de Sor Juana, los cuales concluyeron en 1981”, destacó  López-Portillo Romano.

 

Los trabajos antropológicos en el ex convento tuvieron como fin localizar y exhumar los restos de la comunidad monjil; mediante diversos estudios, los especialistas determinaron algunos factores que ocasionaron el deceso de las religiosas, y lo más importante: lograron identificar a la insigne escritora novohispana.

 

Las excavaciones bioarqueológicas se efectuaron en tres etapas que culminaron en 1981. Durante esos años se llevaron a cabo diversas y prolongadas tareas, como la investigación arqueológica, de consolidación, restitución, restauración arquitectónica, de conservación y limpieza, así como análisis antropofísicos de los restos humanos encontrados en el sitio.

 

En las excavaciones realizadas en los coros alto y bajo se detectaron hasta seis niveles de entierros, cuyas fosas estaban distribuidas en seis filas y siete hileras, dando un total de 42 fosas, de las cuales 19 estaban destruidas por una pileta construida en los años 20 del siglo pasado.

 

Catálogo casi listo heredado

 

Bautista destacó la labor de Romano y Jaén, quienes dejaron casi listo el catálogo completo de los entierros de las monjas descubiertos en el Ex Convento de San Jerónimo.

 

Recodó que en 1978, ambos expertos registraron un entierro en el coro bajo de esta antigua iglesia, el número 26. Más tarde, los resultados de los análisis antropofísicos y otros elementos asociados como un medallón y un holgado rosario, como los que se observan en el retrato que hiciera Miguel Cabrera de Sor Juana, permitieron adjudicar el menudo esqueleto con el de la religiosa.

 

“Arturo Romano y Teresa Jaén, además de la excavación de este entierro, se dieron a la tarea de limpiarlo, restaurarlo, analizarlo desde el punto de vista antropofísico y redactar el informe técnico académico que también se vio reflejado en un libro”, indicó.

 

Abundó que con base en los restos del cráneo del esqueleto atribuido a Sor Juana, hicieron una aproximación facial a través de dibujos, que era la técnica en boga, y lograron un acercamiento muy preciso.

 

Casi completa

 

La reciente intervención de la osamenta que se halla casi completa (salvo algunos huesos faltantes de las manos, de los pies y un par de vértebras) implicó tres semanas, y consistió en una limpieza en seco, un proceso de remineralización y consolidación de las piezas óseas, así como la reintegración de algunos fragmentos.

 

Finalmente, el esqueleto se colocará sobre una base de acrílico en decúbito dorsal (sobre la espalda) con las extremidades extendidas con el extenso rosario con que se acompañó el cuerpo de Sor Juana, para luego colocarlo en un ataúd de caoba.

 

Su gran rosario fue recuperado

 

Al respecto, Luisa María Mainou destacó que las cuentas de semillas de palma, con que fue elaborado el rosario, mostraban un grado de afectación por la putrefacción cadavérica, por lo que se les hizo un lavado y un proceso de consolidación.

 

Detalló que 126 cuentas del rosario son originales y 54 se tuvieron que reproducir con base en cuatro moldes sacados de las piezas originales. En total, 280 cuentas que lograban una extensión de 2.80 metros y un peso de 276.50 gramos.

 

“La cruz se armó de la forma original con que fue confeccionada. A través de análisis de microscopía electrónica de barrido y de MS (espectrometría de masas), se determinó que la cruz estaba armada con un hilo de plata y que las cuentas tenían capuchones también de plata. Todo el rosario se engarzó con hilo de seda”, explicó Luisa Mainou.

 

De esta manera, los restos mortales atribuidos a Sor Juana,reposarán tal y como la monja jerónima dispuso en su testamento. Se concluye que fue una mujer que de acuerdo con los estudios fue de complexión menuda, de no más de 1.58 centímetros y que debió de morir entre los 38 y 48 años.

 

Tras la colocación de sus restos en el lugar que vivió y en donde escribió su literatura, se realizará la lectura de la Oración fúnebre a Sor Juana Inés de la Cruz, que Octavio Paz escribió y leyó cuando se cumplieron 300 años de la muerte de Sor Juana; la cancelación de una estampilla postal alusiva; un recital de música virreinal, y la reinauguración de la Celda Contemporánea.