México se ha convertido en una verdadera aspiradora de inversiones de la industria automotriz global. Las grandes firmas automotrices del mundo han puesto sus ojos en territorio mexicano para construir nuevas fábricas con el propósito de exportar vehículos y autopartes principalmente hacia Estados Unidos.

 

Incluso las dos grandes automotrices japonesas, Honda y Toyota, que se habían resistido a realizar fuertes inversiones en territorio mexicano, fueron seducidas por la avalancha de inversiones que han llegado en los últimos años.

 

Tan sólo la semana pasada Toyota anunció la inversión de mil millones de dólares para la construcción de su primera gran planta mexicana en Guanajuato; mientras que Ford anunció nuevas inversiones por 2 mil 500 millones de dólares para ampliar sus operaciones en la fábrica de motores que opera en Chihuahua y construir una nueva planta de transmisiones en Guanajuato.

 

Y evidentemente que estas noticias tienen repercusiones positivas en un sinnúmero de sectores proveedores de la industria automotriz de exportación. Las exportaciones del sector automotriz hacia Estados Unidos crecieron 12.4% en el primer bimestre de 2015 respecto al mismo periodo del año pasado, mientras que las exportaciones manufactureras hacia el vecino del norte lo hicieron en 8.3%.

 

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Es tal la dinámica que han mostrado los sectores automotriz, así como eléctrico y electrónico que las exportaciones del primero ya representan 32% de las exportaciones manufactureras totales a Estados Unidos, mientras que los eléctricos y electrónicos 26%.

 

Es innegable que el dinamismo de las exportaciones manufactureras hacia Estados Unidos ha sido apoyado en los últimos meses por la depreciación del peso frente al dólar y que abarata la producción exportadora del país.

 

Pero hay otro factor adicional que seduce a los capitales extranjeros para asentarse en México en industrias de exportación como la automotriz, la electrónica o eléctrica. Y me refiero a la precarización de los salarios. Le doy un par de datos. Entre enero de 2013 y enero de 2015 los salarios de los empleados administrativos contratados en más de 5 mil empresas exportadoras -extranjeras y nacionales- afiliadas al programa IMMEX (Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación) cayeron 4% en términos reales, mientras que los salarios reales de los obreros y técnicos cayeron 0.9%. En ambos casos los salarios actuales, en términos reales, son menores que los que se pagaban en 2007.

 

Los bajos salarios que se pagan en México y su caída constante en términos reales es uno de los mayores atractivos para la inversión manufacturera. Un ‘atractivo’ que el gobierno federal promueve a través de ProMéxico en las grandes ferias y exposiciones del mundo, así como en las embajadas y consulados mexicanos en el exterior, para convencer a los inversionistas extranjeros de que vale la pena invertir en México.

 

Los documentos de ProMéxico exaltan la precariedad salarial de los mexicanos para atraer inversiones al sector automotriz como lo hace en el paquete promocional “México, un buen país para las inversiones”. Citando a la consultora Boston Consulting Group, ProMéxico dice que México es la estrella naciente de las manufacturas, entre otros factores por el débil crecimiento de los salarios.

 

Bajo esa concepción se promueve desde el gobierno al potente sector exportador manufacturero asentado en el país.