Por Mario Guevara Paredes | Escritor y director de Sieteculebras
Sieteculebras es una emblemática revista cultural de Cusco, Perú, dirigida por el escritor Mario Guevara Paredes, quien la fundó en 1991 —la publicación cumple 23 años—. A contracorriente, Sieteculebras se ha convertido en un referente editorial de la cultura andina, con más de 200 colaboradores de todo el mundo. Mario Guevara es autor, entre otros, de los libros “El desaparecido” (1988), “Fuego del sur, tres narradores cusqueños” (1990) “Cazador de gringas y otros cuentos” (1995) y “Usted, nuestra amante italiana” (2010). Hoy nos comparte estas líneas sobre algo que llama “cosa de locos”.
Supervivencia cultural en Perú
En 1991, cuando nace la revista Sieteculebras en la ciudad de Cusco, la situación política, social y económica de Perú era catastrófica. El gobierno aprista [Partido Aprista Peruano], en el poder de 1985 a 1990, había devastado la economía peruana, y producto de ello fue una hiperinflación galopante. A esto se sumaba el caos y la violencia que desarrollaban los grupos alzados en armas desde 1980. La captura del líder senderista Abimael Guzmán en 1992 atenuó la violencia política, sin embargo, lo que vino después fue una época nefasta para la cultura peruana, y fue durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) en el que tuvimos de presidente a un mafioso de origen japonés. Fujimori, ingeniero de profesión, se jactaba de no haber leído en su vida un solo libro de literatura, y en sus 10 años de mandato la cultura fue minimizada en fondos e importancia. En esa etapa de crisis política y social se edita Sieteculebras, porque entendimos que la cultura en tiempos de miseria social y política sí tiene algo que decir.
Ahora bien, somos una revista independiente, que no es de distribución masiva, no recibe subvención privada ni estatal. Se mantiene vía publicidad, lo cual es escaso en Perú, en donde a la empresa privada, con raras excepciones, no le interesa colocar publicidad en revistas culturales. A diferencia de otros países de Latinoamérica, recién desde el 2010 tenemos un ministerio de cultura; título rimbombante para una institución que en el papel suena bonito pero que es ineficiente en la realidad. El Perú es uno de los países en el mundo que menos invierte en cultura y mucho menos en educación. Esta triste realidad ha provocado que el Estado emita diversas normas en beneficio de la lectura y la producción del libro. Sin embargo, con normas no se solucionarán los problemas que aquejan a la cultura en general, pues ésta nunca ha estado en la agenda de prioridad nacional. En nuestro caso, esta carencia se observa en la producción editorial de revistas independientes que deben sortear una serie de obstáculos para sobrevivir, en habida cuenta que en nuestro país no existen becas de apoyo a las revistas independientes, como se da en México, o que el Estado compre revistas de cultura para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades, como es el caso de España. A esto se suma el centralismo, pues las editoriales, los materiales de edición y las instituciones públicas que pueden proporcionar publicidad, en su gran mayoría se encuentran en Lima, la capital de Perú, y esto provoca, entre otras cosas, que en el interior del país aumenten los costos de publicación.
Como dijimos, somos una revista independiente que contra todo pronóstico cumplimos en el presente 23 años de ininterrumpida actividad cultural. Lo que empezamos espontáneamente, sin mucho alarde ni protagonismo, pasados los años es un referente de revista independiente en Latinoamérica. En este punto es bueno recordar a Juan Carlos Onetti, quien en el artículo titulado “Reflexiones de un Revistero”, revela lo siguiente: “Es sabido que los números 01 fallecen siempre por razones económicas; pero también ayudan al tránsito las envidias y los desencantos dentro del grupo promotor. También sería bueno pensar —antes que en el título— que si una publicación de la importancia mundial de “Revista de Occidente” o de “Sur” han
desaparecido, pocas esperanzas de larga vida pueden tener las recién nacidas, cuando sus orígenes son la pequeña vanidad y la pasajera excitación”. La reflexión de Onetti es importante para todo aquel que deseé editar revistas, porque estas demandan mucha mística y trabajo concienzudo. Tal vez estas dos características fueron las que nos llevaron a seguir publicando Sieteculebras, a pesar del sinnúmero de dificultades que tuvimos que sortear en el camino.
En estos 23 años la revista desembarcó en muchos puertos y de allí también vinieron muchas entregas. Este intercambio de ideas y lecturas la enriqueció en un mundo signado por el egoísmo y mezquindad por el acto creativo. Por lo mismo, nuestra apuesta editorial es la difusión de jóvenes literatos y artistas plásticos que plasmaron su arte en las portadas y páginas de la revista como una forma de renovación y continuidad futura.