Hay una forma de construir viviendas que, en manos del arquitecto Ángel Martínez, se convierte en un arte donde se realiza una simbiosis entre construcción y naturaleza, y así lo explica en su libro “Bioconstrucción”, donde podemos iniciarnos en la búsqueda de un hogar saludable y sostenible.
El arquitecto Ángel Martínez ha publicado recientemente el libro “Bioconstrucción”, donde explica la filosofía que imprime en su trabajo, inspirada en la naturaleza, y que aplica a sus construcciones para que éstas sean lo más armoniosas y saludables posible.
Para el arquitecto Ángel Martínez, “construir con armonía es tener presente que cuando vamos a hacerlo tenemos que mirar a nuestro entorno e investigar el estado en el que se encuentra el subsuelo”.
Para elegir una casa, Martínez propone realizar “primero una prospección inicial del suelo que nos detecte qué es lo que hay debajo, si hay corrientes, fallas o elementos que puedan alterar la armonía energética y vibracional, porque una estancia prolongada sobre una alteración de este tipo puede crear patologías a quien está sobre ellas”.
Pero “también hay que observar su entorno, los soleamientos y sombreamientos, los vientos dominantes, la ubicación con respecto a estos vientos, la lluvia, etc, que son las influencias externas de las instalaciones y que pueden incidir alterándolas. Observar qué elementos de impacto ambiental importantes pueda haber que la condicionen”.
La importancia de no imponernos sino adaptarnos al entorno
Ángel Martínez propuso ser respetuosos con el entorno, no destrozarlo imponiéndonos sobre el lugar sino adaptándonos a él. “Cuando nos asomamos a un paisaje, nos satisface ver lo bello que es todo en la naturaleza”.
Pero “en ese paisaje hay miles de espacios habitados que están integrados, por eso no los vemos, son los hábitats de los animales. Su integración es tal que pasan camuflados”, argumentó Ángel Martínez.
Sin embargo, “el hombre -continuó Martínez- cuando hace una casa irrumpe totalmente y no respeta lo que hay alrededor sino que impone su presencia muchas veces degradante”.
En cuanto a las ciudades, el arquitecto opinó que son una imposición en el terreno de uno de los seres que viven en este planeta, que “llegan a un lugar e imponen su sistema y sus normas. Más allá de ser respetuoso con ese conjunto, las ciudades son una lámina de aislamiento del subsuelo, de la madre tierra, a través de las aceras, asfalto y edificios que raramente dejan que la tierra respire”.
“Las ciudades son espacios de aislamiento de la naturaleza y, por lo tanto, la ciudad no es bioconstrucción en el sentido armonioso madre/tierra”, indicó Martínez.
“Los habitantes son la sangre que circula por sus calles y le dan la vida a cambio de una serie de privilegios que muchas veces lo que hacen es minar las propias vidas de los habitantes”, se lamentó el arquitecto.
“En este libro he querido dar una visión global que abra la conciencia que nos reta al desafío de ser coherentes con una vida más armoniosa, respeto a la naturaleza e intento de crear espacios que nos envuelvan amorosamente y no agresivamente”, subrayó el arquitecto.
Sobre la cuestión económica, es decir, lo que tendríamos que llegar a pagar para optimizar nuestra casa, Martínez responde con otra pregunta, “¿cuánto cuesta una enfermedad generada por una toxicidad o alteración interior o exterior de la vivienda?”.
La economía de la felicidad
“Cuando construimos una casa de bioconstrucción, puede ser un 8, un 10, o un 15 % más cara, pero cuando esa economía es salud hablamos de la economía de la felicidad, de la armonía, del bienestar ¿o preferimos la economía del consumo y de la imagen?”, argumentó el arquitecto.
“Nuestra visión es alternativa -señaló Martínez-, es la de construir para la salud, la felicidad y la armonía. Esto no es muy rentable y es contrario al hábito de construir como se hace desde hace casi un siglo, con materiales como el hormigón, el acero y los prefabricados”.
La mayor parte del trabajo de Ángel Martínez y de su estudio Amalur, excepto en algunos casos especiales de arquitectura de la salud, rehabilitación de hospitales, creación de centros de medicina alternativa o “espacios muy concretos que nos pide algún ayuntamiento, como casas rurales, está dedicado a realizar viviendas unifamiliares”, subrayó el arquitecto.
Según Ángel Martínez, “la vivienda unifamiliar permite responder no solamente a la creación de un espacio sino también escoger el material más adecuado, la ubicación, la distribución más conveniente, el color más adecuado para cada persona, o la orientación más correcta”.
Para Martínez esta opción les permite crear una interrelación mucho más enriquecedora, que ofrece la posibilidad de realizar una arquitectura más personalizada.
Y un aspecto muy interesante de la bioconstrucción, concluyó el arquitecto Ángel Martínez, “es la biogénesis de la imitación a la vida, de cómo los animales nos muestran de una forma excepcional de hacer en la naturaleza, del uso de materiales sanos y sorprendentemente energéticos, de una economía impresionante, como auténticos maestros en el camuflaje y en la adaptación”.
GH