OAKLAND. Una expectación especial envuelve la Final de la NBA entre los Guerreros de Golden State y los Cavaliers de Cleveland, cuando dos estrellas se enfrenten en la duela: El Rey LeBron James y El Príncipe Stephen Curry que, cada quien con su estilo, intentarán llevar a su equipo a conquistar el título del conocido como deporte ráfaga.
Durante la temporada, Curry dio un golpe a LeBron, después de que ganó el pasado mes de mayo el título al jugador más valioso de la campaña 2015.
Dos historias opuestas son las que tienen los basquetbolistas. LeBron creció sin una familia estable y Stephen en medio del seno familiar de clase media. Y en lo deportivo, James ya era un prodigio a los 12 años, una leyenda a los 15 y de primera selección en el Draft a los 18, mientras que Curry padeció por su delgadez para tener una beca completa universitaria y despuntó en el Davidson College como el tercer armador en el 2009.
LeBron es una mole de dos metros con tres centímetros, un peso de 113 kilogramos y por consiguiente es imponente y devastador; es un amante del balón, su juguete que conduce a veces con armonía y en otras con vértigo, velocidad y potencia para retacar en el aro.
Stephen es de un metro y 91 centímetros y pesa 83.9 kilogramos; y eso se ha convertido en su mejor arma para como un torbellino escabullirse ante los contrarios, tiene un drible letal y una mirada fija ante el aro que se ha convertido en su aliado.
Aunque Curry sabe que la experiencia también juega. “Él ha estado aquí muchas veces antes, cinco apariciones seguidas en la Final, creo, así que tenemos que mostrar nuestro mejor nivel si pretendemos derrotar cuatro veces a un gran equipo y a un gran jugador”, dijo Curry.
Pero por ahora, habrá que esperar. Ambos equipos fueron tan buenos en las Finales de conferencia que ganaron más rápido de lo esperado.