El tema no es nuevo para los mercados. Europa crecía a tasas superiores a 2.70% en promedio durante 2007, cimentada en inversión privada, pero en gran medida con inversión pública que se construía con mayor endeudamiento. En 2008, los países de la zona euro empezaron a ver su realidad. La crisis hipotecaria en Estados Unidos se propagó a nivel mundial y el sistema bancario europeo se enfrentó a grandes retos.

 

En aquellos momentos el rating de los países se ubicaba en niveles de grado de inversión donde la solvencia aparente de los gobiernos para enfrentar pagos por servicio de deuda era “alto”. Grecia, por ejemplo, a finales de 2009 tenía una calificación de “A-” por parte de Fitch, lo que significa una alta calidad crediticia que equivale a una capacidad de pago muy buena. ¿Qué pasó? para el primer semestre de 2010 Grecia inició un proceso de reestructura en el que participaron el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario internacional (FMI) y la Unión europea (UE). Una historia que lleva seis años y tres primeros ministros en este período. Hoy, Grecia tiene una deuda de casi 317 mil 100 millones de euros, que representa 177% de su PIB, el cual ronda los 185 mil millones de euros; tiene una tasa de desempleo de 26% y hace apenas un par de trimestres logró salir de una recesión económica. Su calificación crediticia “hoy” es catalogada como “chatarra” o “basura”.

 

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Una diferencia para los mercados importante entre el momento de crisis ligada a Grecia en 2012 y el momento actual es que en aquel año la deuda griega estaba en manos del sistema bancario internacional, muchos bancos privados con la idea de ganar mayor rendimiento y aun con calificaciones en su momento en “grado de inversión” tenían papeles del gobierno griego. En cambio, este año 76% de la deuda griega está en manos de los bancos centrales de la eurozona, el 15% en manos del BCE, 14% con el FMI, con lo que el riesgo está más acotado.

 

¿Grecia podrá pagar su deuda? Hoy diríamos que no. Grecia requiere crecer y reducir su alta tasa de desempleo. Sin embargo, también tiene que trabajar en mejorar su sistema de pensiones que cada día se vuelve más complicado; además debe reducir su alto déficit público. Estos temas son justamente las diferencias que enfrentan Grecia y el eurogrupo para alcanzar un acuerdo. Entre junio y agosto, la deuda de Grecia asciende a 14 mil millones de euros entre pago por emisiones de deuda, bonos y al Fondo Monetario Internacional. Su liquidez está en puntos mínimos. La línea de emergencia para los bancos griegos por parte del BCE está a unas semanas de alcanzar su límite.

 

El país heleno está estirando la liga lo más que puede. Recordemos que es un gobierno de izquierda en donde el tema social es relevante. Imagínense un default que lo lleve a una posible salida del euro. Se le cierran las fronteras, no podría utilizar al euro como moneda. Regresarían al “dracma”, pero sumamente devaluado. El problema social crecería fuertemente y una recesión económica volvería con fuerza. Por ello vemos este escenario con una mínima probabilidad de ocurrencia. Un partido de izquierda generando un problema social? Sería muy poco factible.

 

Grecia y el eurogrupo alcanzarán un acuerdo más pronto que tarde. Los mercados actúan con cautela evidentemente, pero lejos del riesgo de 2012. Los países de la zona euro están conscientes que un nuevo préstamo representa un alto nivel de impago en el tiempo. Deberán hacerle una quita más adelante y darle vida a un país que tampoco se deja ayudar.

 

Grecia estaría pagando los intereses correspondientes al FMI durante junio en cuatro exhibiciones y un pago de capital al cierre de junio. Esperemos que para ese momento se hayan alcanzado acuerdos y reduzcan un escenario internacional de incertidumbre, que ya se tiene mucho con las políticas monetarias divergentes entre las naciones o países más importantes del mundo.