Las elecciones sirven para elegir a nuestros gobernantes y representantes; pero también para calificar o reprobar a los gobiernos en turno.
El presidente Peña Nieto, por ejemplo, pasó la prueba: ganará cinco gubernaturas de nueve en juego y todo indica que tendrá (con sus alianzas políticas) el control de San Lázaro.
Algunos de sus críticos habían pronosticado que el domingo 7 de junio se acabaría su sexenio, pero este fin de semana tomó energías suficientes para iniciar la segunda parte de su administración con ánimo renovado y poner las reformas en marcha. Pasó el examen de la elección intermedia, y el mensaje de los ciudadanos es claro: que siga el Primer Mandatario su camino.
En contraparte, los ciudadanos reprobaron a Guillermo Padrés, Rodrigo Medina de la Cruz y José Calzada.
El todavía gobernador de Sonora se peleó hasta con su sombra, metió con calzador a un pésimo candidato y ahora en su penosa soledad se da cuenta que abrió centenas de heridas muy difíciles de cicatrizar. El rijoso mandatario norteño hoy está derrotado. El valiente titular del Ejecutivo hoy está nervioso, y con mucha razón.
El todavía gobernador de Nuevo León logró lo que se antojaba imposible: poner a la mayoría en su contra. Mejor dicho, su actitud, desde que rindió protesta, abrió un abismo entre los gobernados y su despacho. Por ello, hace unos días se sentía secretario en el gabinete federal y hasta escuchó el canto de las sirenas con aquello de la candidatura en 2018, pero hoy está preocupado de que El Bronco no lo meta a la cárcel.
El todavía gobernador de Querétaro se olvidó de los amigos, ignoró a los que le tendieron la mano alguna vez y de ser el mejor evaluado en la Conago, hoy está señalado en Los Pinos como el tricolor que tiró al cesto de la basura todo su capital político. Se equivocó en la decisión más difícil de su carrera: señalar a su supuesto sucesor, porque Loyola Vera más bien será su verdugo.
Padrés, Medina y Calzada no fueron derrotados por los electores el pasado domingo, tampoco fueron eliminados por sus candidatos, sino que son víctimas de sí mismos.
Baja California Sur.- El triunfo de Carlos Mendoza Davis es, sin duda, un aplauso y agradecimiento al gobernador Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor. La repetición del PAN en la península es un reconocimiento al trabajo realizado por el mandatario azul.
Campeche.- El contundente triunfo de Alejandro Moreno (Alito) también es una medalla muy bien ganada para el gobernador Fernando Ortega Bernés. El personaje fuera de escándalos y frivolidades sí se integrará pronto a las tareas federales.
Estado de México.- El gobernador Eruviel Ávila demostró, una vez más, que sabe ofrecer buenas cuentas en periodo electoral; y está claro también que los mexiquenses le refrendaron su confianza al oriundo de Ecatepec.